Hizo creer que su marido se había infartado y cuando estaban a punto de cremarlo, un detalle delató el homicidio

La mujer había hecho creer que se trató de una muerte natural. Una cochería fue cómplice de su coartada, hasta que a sólo metros de la boca del incinerador el sepulturero llamó a la Policía.

El cuerpo de Julio Caprarulo estaba a punto de ser cremado en noviembre de 2011, pero la honestidad del sepulturero hizo que diera aviso a la Policía tras ver unos detalles que le hicieron sospechar de que no se trataba de una muerte por un infarto al corazón, como decía el certificado de defunción. Casi se convirtió en un crimen perfecto, pero por su muerte, su esposa, la griega Panagiota Alexopoulos, quedó presa.

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"Mariana", como se hacía llamar la griega en Argentina, sostuvo siempre su inocencia y hasta culpó a la mascota de ambos. Sin embargo, en julio de 2015 la Justicia la condenó a 16 años de prisión y desde entonces permanece en el penal.

Alexopoulos y Caprarulo comenzaron su romance en diciembre de 2007 tras conocerse en un boliche de la ciudad porteña de Recoleta. Ambos estaban divorciados de sus parejas y el flechazo fue tal que en menos de un año se fueron a vivir juntos a una casona en el barrio Crucecita, de Avellaneda.

El 26 de noviembre de 2011 la griega confirmó a amigos y familiares que había encontrado muerto a Caprarulo. La mujer aseguró que había sufrido un infarto fulminante, por el que cayó desvanecido al suelo y en la caída se golpeó de manera letal la cabeza contra el piso.

Al hombre lo velaron en una de las habitaciones de su casa, iluminada apenas velas. Sin embargo, Caprarulo tenía heridas en la cara, lo que llamaba la atención de los que llegaban a la casona a darle el último adiós. Pero ella aseguraba que Aristóteles, el caniche toy de ambos, lo había lastimado.

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"Mariana" lloraba frente a los presentes y se mostraba con notable angustia, aunque un tanto preocupada. Según relataron varios testigos tiempo después a los medios, ella mencionaba sobre los trámites que tenía que hacer en la ANSES para cobrar la pensión de su marido. Mientras que evitaba que se acercaran mucho al cajón.

"La Griega", como la llamaban los conocidos, contrató primero el servicio de la cochería "La Paz", de Lanús, cuyo dueño se negó a prestarle el servicio debido a que cuando vio las heridas en la cabeza Caprarulo le parecieron sospechosas, según informó TN.

Sin embargo, la segunda funeraria que consultó la mujer fue cómplice de la coartada y accedió a entregarle un certificado de defunción que aseguraba de manera legal que la víctima había muerto a causa de un "ataque cardíaco".

Con el certificado de defunción firmado, realizaron el traslado del cuerpo hasta el cementerio Parque Iraola de Berazategui para cremarlo. Era domingo por la tarde y afuera del crematorio, los allegados de Caprarulo atravesados por el dolor esperaban las cenizas.

Pero al encargado del sector de crematorios se le encendieron las alarmas cuando vio que, a simple vista, el cuerpo tenía golpes, marcas y colores que no parecían compatibles con una muerte natural. Fue entonces, que el sepulturero llamó a la Policía y, con intervención de la fiscal de Berazategui María de los Ángeles Attarian Mena, suspendieron la cremación de inmediato. Los restos de Caprarulo ya están colocados en la boca del horno cuando llegaron los detectives para llevarlo a la morgue judicial.

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Durante la autopsia, los peritos detectaron que Caprarulo había sufrido un "traumatismo craneano con lesiones vitales" y que tenía un hematoma en la cabeza, golpes y hasta pérdida de masa encefálica en la oreja izquierda.

Según reconstruyó la pesquisa, Alexopoulos esperó a que su esposo se durmiera y lo mató de un golpe en la nuca con un objeto romo y duro, similar a una maza. Todo apunta a que la víctima no pudo defenderse.

En julio de 2015, el Tribunal Oral Criminal N° 2 de Lomas de Zamora condenó a "La Griega" a 16 años de cárcel, tras encontrarla culpable de homicidio simple. 

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