Alergia al cambio de clima: ¿Mito o realidad?
Los cambios climáticos abruptos, producen en las personas síntomas como estornudos, congestión nasal, picazón en los ojos y dificultades respiratorias. Pero, ¿se le puede llamar a esto alergia? Esta recurrencia alimenta la idea generalizada de que existe una "alergia al cambio de tiempo". Sin embargo, desde el punto de vista médico, esta condición no tiene respaldo científico.
Especialistas en alergias coinciden en que no se trata de una alergia como tal, sino de una reacción del cuerpo ante determinados factores ambientales que se activan a partir de las modificaciones climáticas.
Es así como las variaciones abruptas en el clima, el aumento de la humedad o la intensidad del viento pueden crear un entorno propicio para la circulación de alérgenos o provocar respuestas exageradas del sistema inmunológico, especialmente en personas predispuestas.
En este contexto, no es el clima el causante directo de la reacción alérgica, sino los elementos a los que las personas están expuestas como consecuencia de ese cambio climático.
No es el clima el causante directo de la reacción alérgica.
Qué dicen las investigaciones
Investigaciones científicas han demostrado que fenómenos como la polinización anticipada, derivada del calentamiento global, la polución ambiental y la acción directa del aire frío sobre las vías respiratorias, son factores que intensifican los síntomas en quienes padecen asma, rinitis alérgica u otras afecciones vinculadas al aparato respiratorio.
Para que una condición pueda ser catalogada como alergia, es necesario que el sistema inmunológico reaccione frente a una sustancia externa específica, llamada alérgeno. Entre los alérgenos más comunes se encuentran el polen, los ácaros del polvo, el moho, los pelos de animales y ciertos alimentos o medicamentos. Ni la temperatura, ni la humedad ni el viento pueden ser considerados alérgenos, ya que no cumplen con esta definición. Por lo tanto, los factores climáticos no generan alergias por sí solos.
Lo que sí puede ocurrir es que esas variables meteorológicas modifiquen las condiciones del ambiente, favoreciendo una mayor concentración de alérgenos. Por ejemplo, en días con fuertes ráfagas de viento, el polen puede dispersarse de manera más amplia, incrementando la exposición en personas sensibles.
Los síntomas más frecuentes por los cambios de temperatura abruptos
Uno de los síntomas más frecuentes que se presentan en estas situaciones es la congestión nasal. Esta respuesta suele activarse cuando hay un descenso repentino de temperatura, ya que las mucosas de las vías respiratorias tienden a contraerse y aumentan la secreción de moco, lo cual produce la sensación de obstrucción. En individuos con antecedentes de asma o rinitis, esta respuesta puede ser más intensa y derivar en inflamación bronquial y dificultades respiratorias.
El aire frío también impacta negativamente en los bronquios, resecando su superficie y provocando su contracción. Este efecto es especialmente problemático en personas asmáticas, que pueden experimentar un empeoramiento de sus síntomas.
Además, con la llegada de la primavera, la actividad de polinización de las plantas se incrementa. Estudios realizados en Europa han revelado que, como consecuencia del cambio climático, los árboles de hojas caducas comienzan su floración hasta veinte días antes que hace medio siglo. Esto provoca una temporada de polinización más extensa y, por lo tanto, una exposición prolongada a los alérgenos.
El viento, por su parte, también contribuye significativamente al aumento de partículas alergénicas en el aire. Tanto el polen como las esporas de hongos pueden viajar grandes distancias en días secos y ventosos, lo que eleva las posibilidades de desencadenar crisis alérgicas en personas susceptibles.
Los alérgenos son sustancias que, aunque inofensivas para la mayoría, generan una respuesta desmedida del sistema inmunológico en individuos alérgicos. Dentro de los principales agentes que pueden ocasionar estos cuadros, encontramos:
Polen: Procedente de árboles y plantas, suele ser más abundante en primavera y verano.
Ácaros del polvo: Se desarrollan con facilidad en ambientes cálidos y húmedos.
Esporas de hongos: Presentes en el aire, aumentan su concentración dependiendo de las condiciones climáticas.
Caspa animal: Son partículas microscópicas de piel que desprenden las mascotas.
Contaminación: El smog, los gases vehiculares y otras partículas contaminantes pueden agravar la sintomatología alérgica.
Cuando un alérgeno entra en contacto con una persona sensible, el cuerpo libera histamina, un compuesto responsable de provocar síntomas como lagrimeo, estornudos, picazón y congestión.
Cuando la temperatura es muy baja, puede generar contracción de los bronquios.
Según los especialistas, diversas variables meteorológicas pueden influir de forma directa en el organismo. La temperatura, por ejemplo, cuando es muy baja, puede provocar contracción de los bronquios y sequedad en las mucosas, lo que genera dificultades respiratorias y disminuye las defensas naturales del sistema, facilitando la entrada de patógenos.
La humedad, por su parte, crea un entorno favorable para la proliferación de ácaros y hongos, aunque las lluvias pueden actuar como un mecanismo de limpieza del aire, reduciendo temporalmente la concentración de alérgenos.
El viento, como ya se mencionó, dispersa partículas en suspensión, aumentando la exposición. La contaminación, combinada con el aumento del dióxido de carbono, extiende los ciclos de polinización y potencia la inflamación de las vías respiratorias, bajando el umbral de tolerancia del organismo y agravando los síntomas en alérgicos.
Entonces, ¿existe o no la alergia al cambio del clima?
Aunque no se reconoce la "alergia al cambio de tiempo" como una entidad clínica, es innegable que las condiciones atmosféricas pueden desencadenar síntomas en personas alérgicas o con enfermedades respiratorias previas. La influencia del clima sobre la salud respiratoria es una cuestión de creciente importancia, sobre todo en el contexto del calentamiento global, que modifica los ciclos naturales y multiplica la presencia de alérgenos en el ambiente.
Frente a cuadros persistentes, los expertos recomiendan acudir a un alergólogo para identificar los desencadenantes y determinar el tratamiento adecuado, que puede incluir antihistamínicos, corticoides o estrategias preventivas como evitar la exposición en días críticos. Comprender cómo incide el clima en la salud es clave para anticiparse y mitigar las molestias propias de las alergias estacionales.