Festejamos no descender

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Alfredo Cornejo va camino a cumplir seis meses de gobierno sin sobresaltos políticos. Producto de pericia para elaborar una estrategia y, sobre todo, por falta de una oposición fuerte, el Gobernador parece tener casi vía libre para actuar.


Y le alcanzó con poco; muy poco para sobresalir: pagando sueldos en término (pero con deuda) mantener alguna coherencia en el discurso y un arma fundamental: aprovechar la debilidad de sus rivales. Cornejo por ahora no se distingue tanto por sus virtudes, sino por los enormes errores de sus antecesores y sus actuales rivales.

Las defensas quedaron tan bajas luego del desastre del 2015 que se festeja haberse endeudado en 500 millones de dólares, es decir 7500 millones de pesos, para pagar deudas; gastos ya hechos. Es decir, se destinarán los recursos que podrían servir para construir más de 10 mil casas, en pagar gastos corrientes. Y, en la situación en la que está Mendoza, es para aliviarse. Al Gobernador le gusta el fútbol y por eso bien vale una metáfora futbolera: festejamos no haber descendido.

Lo triste de esa historia es que nos estamos acostumbrando. Para ello vale recordar dos ejemplos. En el año 2000 se sancionó una ley para que prograsivamente Mendoza destine todos los recursos provenientes de las regalías petroleras a un Fondo de Infraestructura. La intención era destinar primero el  10% en 2002, 20% al año siguiente y el 30% en 2003. Luego debía ir hacia el 100% de esos recursos para obras. Pero hecha la ley, hecha la excepción. El presupuesto de este año imita a todos los anteriores y por vía de excepción se destinan solo 55 millones de pesos de las regalías para obras públicas. El resto, se destina a gastos corrientes. Este año hay presupuestados 3.227 millones de pesos provenientes de regalías, que serán más por la devaluación. Si se suman los 15 años de recaudación por regalías, la cantidad de obras (con las consecuencias en el empleo y la prestación de servicios que ello implica) el desarrollo de Mendoza podría ser otro hoy.

Pelear solo

Lo pensó y lo ejecutó. Cornejo toma como una victoria el  hecho de no tener ninguna voz disonante adentro de su partido y también festeja no tener ninguna oposición política fuerte. Reconoce como a sus rivales más fuertes a los gremios, que también aparecen debilitados. Al SUTE le cuesta recuperar músculos para protestar luego de 8 años de alianza con el Gobierno anterior; ATE sufre las consecuencias del paso en falso de Raquel Blas en la arena política. Pero el Gobierno supo capitalizar dos sensaciones: algo de cansancio y resignación en la gente y la división de los gremios.

Ante ese “pensamiento único” que quiere Cornejo hace falta que resurja una oposición fuerte. El PJ, hoy perdido y anárquico, debe refundarse con nuevas figuras que luego de una profunda autocrítica, salga adelante. El peronismo no sabe ser oposición y por eso necesita tener un proyecto de poder. Y sería sano para la institucionalidad de Mendoza que en pos de ese proyecto sumen visiones distintas en cada espacio.

La bonanza política para el Gobierno provincial durará poco y Cornejo lo sabe. Los problemas no vendrán desde lo político, sino de la propia realidad. Los chicotazos de la crisis económica que vive cada familia por los aumentos y la pérdida de poder adquisitivo comienza a sentirse y para el “mágico” segundo semestre faltan pocos días. La magia no existe y el 1 de julio nada va a cambiar mucho. El crédito que tienen los gobiernos de la Provincia y la Nación por los errores pasados se va a agotar también.