Un chico perdió la mano con un cohete de la lucha antigranizo
El caso ocurrió en el 2008, pero la sentencia de una Cámara Civil salió ayer.
El chico, llamado Héctor Daniel Ibáñez, vive en la zona del Bajo Luján, y estaba jugando a orillas del Río Mendoza. Allí encontró un elemento que le llamó la atención, sin saber que se trataba de un explosivo abandonado. Le acercó fuego con un encendedor y explotó. Como consecuencia del estallido perdió la mano izquierda y su familia demandó al Estado.
Luego de una serie de peritajes, se descubrió que el elemento explosivo era un antiguo cartucho usado en la década de 80 para la lucha antigranizo y que aparentemente había sido abandonado sin mayores cuidados. En primera instancia la justicia civil rechazó la demanda y le atribuyó la responsabilidad del caso al chico. Pero la Cámara revirtió el fallo y dijo que había responsabilidades compartidas y condenó al estado a pagarle 63 mil pesos más los intereses.
Héctor vive en el barrio Virgen de Lourdes, que queda en la vera del río Mendoza. En esa zona, cerca de su casa, encontró un objeto de “forma cilíndrica de 10 cm de altura y un ancho aproximadamente de dos pulgadas, envuelto en papel y enrollado su contorno por hilos de algodón”, según consta. Los análisis determinaron que se trataba de la carga explosiva de un cohete antigranizo utilizados a partir de los años 80 y que luego fueron dejados de emplear.
El niño sufrió la amputación de la mano izquierda a la altura de la muñeca, quemaduras en rostro, mano derecha y en su pecho, además de una importante quebradura en el radio. Los psicólogos determinaron luego que el chico tenía “actitudes de aislamiento social y sentimientos de vergüenza por el aspecto estético de su mano”.
Los Jueces de la Tercera Cámara Civil aseguran, a través del fallo, que esos cohetes de la lucha antigranizo sólo son usados por el estado y que la responsabilidad de evitar los daños que pueden ocasionar esos explosivos son, por lo tanto, del propio Estado. El tema es que esas precauciones no se habían tomado, pues el artefacto estaba abandonado en un lugar de acceso público.
El chico, llamado Héctor Daniel Ibáñez, vive en la zona del Bajo Luján, y estaba jugando a orillas del Río Mendoza. Allí encontró un elemento que le llamó la atención, sin saber que se trataba de un explosivo abandonado. Le acercó fuego con un encendedor y explotó. Como consecuencia del estallido perdió la mano izquierda y su familia demandó al Estado.
Luego de una serie de peritajes, se descubrió que el elemento explosivo era un antiguo cartucho usado en la década de 80 para la lucha antigranizo y que aparentemente había sido abandonado sin mayores cuidados. En primera instancia la justicia civil rechazó la demanda y le atribuyó la responsabilidad del caso al chico. Pero la Cámara revirtió el fallo y dijo que había responsabilidades compartidas y condenó al estado a pagarle 63 mil pesos más los intereses.
Héctor vive en el barrio Virgen de Lourdes, que queda en la vera del río Mendoza. En esa zona, cerca de su casa, encontró un objeto de “forma cilíndrica de 10 cm de altura y un ancho aproximadamente de dos pulgadas, envuelto en papel y enrollado su contorno por hilos de algodón”, según consta. Los análisis determinaron que se trataba de la carga explosiva de un cohete antigranizo utilizados a partir de los años 80 y que luego fueron dejados de emplear.
El niño sufrió la amputación de la mano izquierda a la altura de la muñeca, quemaduras en rostro, mano derecha y en su pecho, además de una importante quebradura en el radio. Los psicólogos determinaron luego que el chico tenía “actitudes de aislamiento social y sentimientos de vergüenza por el aspecto estético de su mano”.
Los Jueces de la Tercera Cámara Civil aseguran, a través del fallo, que esos cohetes de la lucha antigranizo sólo son usados por el estado y que la responsabilidad de evitar los daños que pueden ocasionar esos explosivos son, por lo tanto, del propio Estado. El tema es que esas precauciones no se habían tomado, pues el artefacto estaba abandonado en un lugar de acceso público.
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