Una comerciante indignada se queja a través de la vidriera de su negocio
Por Sofía Fernández
Especial para Diario Vox
La noticia de que Gabriel Barrios, el librero neuquino que
había decidido en febrero “no aumentar los precios”, está al borde de la
quiebra recorrió el país. El joven comerciante había dicho que no aumentaría
los precios porque estaba en contra de los especuladores de la economía. Su
particular manera de comunicarlo fue a través de un cartel que los clientes
veían y comentaban.
En Mendoza, la realidad de los comerciantes también se hace
escuchar, y leer. Es el caso de María del Carmen Petri, una kiosquera que tiene
su comercio en calle San Juan casi Vicente Zapata de Ciudad. La mujer,
indignada por la situación que atraviesa, ha decidido manifestarse de la misma
manera que el librero neuquino, pero con un mensaje exactamente opuesto. Los
carteles que puso en la vidriera de su negocio captan rápidamente la atención
de todos los transeúntes. “Basta de inflación”, “Respeto, transparencia y
libertad”, “Con la justicia, no”, son los mensajes más llamativos que pueden
leerse en la vidriera del local. Al tratarse de un lugar donde paran gran
cantidad de líneas de colectivos, sus mensajes son leídos por mucha gente que
circula por allí diariamente.
La comerciante le contó a Diario Vox que la idea de poner
los carteles surgió cuando estaba en agenda la reforma judicial. Los letreros
eran una forma de protesta contra eso. En cuanto al cartel “Basta de inflación”
que tiene exhibido, María del Carmen
afirma que es una utopía lo que hizo el librero neuquino. “Yo no puedo hacer lo
que hizo el librero. Es imposible no subir los precios si todo aumenta. Yo pago
IVA, ganancias, alquiler, ingresos brutos, patente municipal y tengo un
empleado. Trabajo para pagar”, explicó la comerciante.
Ante la consulta de si los carteles han tenido repercusión,
la kiosquera asegura que sí y mucha. “La gente viene y dice que está de
acuerdo. Nueve de diez que entran critican al gobierno, pero no hacen nada. Yo
sí me quejo, porque vivo trabajando y siempre estoy en el mismo lugar. Esta es
la forma más diplomática que encontré para protestar, invito a que otros
también lo hagan”.
Una señora que pasaba por el negocio reaccionó
espontáneamente ante los carteles y opinó que se siente identificada con los
carteles. “El mensaje que recibo del negocio es que son gente como yo, que no
me van a trampear”, dijo la mujer.
Mientras que otros clientes consultados decidieron no hacer ninguna
declaración al respecto.
