Soriano inolvidable
También fue un gran cronista de su época y un fino analista de los vaivenes que sacudieron a este país. Vendió libros en muchísimos países y dejó novelas inolvidables. Sin embargo, el Gordo, quien murió el 29 de enero de 1997, hubiese cambiado todo esos reconocimientos por ser futbolista.
Soriano confesaba que de chico soñó con ser el nueve de San Lorenzo. Fue futbolista antes que escritor y fue, quizás, uno de los argentinos que mejor contó el fútbol junto a Roberto Fontanarrosa. Sus cuentos sobre partidos imposibles en la Patagonía, sus reflexiones sobre Maradona y el país, y sus personajes entrañables como el Míster Peregrino Fernández, tienen la capacidad de generar tanto placer como ver jugar a Messi y Agüero. Son lectura obligatoria para cualquier futbolero.
"Cuando yo jugaba al fútbol, hace más de veinte años, en la Patagonia, el referí era el verdadero protagonista del partido. Si el equipo local ganaba, le regalaban una damajuana de vino de Río Negro; si perdía, lo metían preso. Claro que lo más frecuente era lo de la damajuana, porque ni el referí ni los visitantes tenían vocación de suicidas". Así comienza el cuento Gallardo Pérez, referí, una de las tantas joyitas del Gordo.
Antes de su muerte, Soriano publicaba en Página 12 Las Memorias de Míster Peregrino Fernández. El alter ego del Gordo visitaba al Míster en el asilo de París y escuchaba sus anécdotas para escribir su biografía. Cada entrega era una delirante historia. Con la excusa de la vida de Fernández, Soriano contaba buena parte del siglo veinte.
Peregrino Fernández era un entrenador que le hablaba de Schopenhauer a sus dirigidos. Lector insaciable, el Míster era una enciclopedia de anécdotas. Contaba que en su juventud, gracias al fútbol, había sobrevivido en la Italia de Mussolini, en la Alemania de Hitler y en la Unión Soviética de Stalin. Hasta se dio el gusto de jugar un partido en el Congo, con Perón de árbitro, en los años de exilio del General. Una hermosa locura.
Además de su faceta futbolera, Soriano escribió dos de las mejores novelas sobre la última dictadura: No habrá más penas ni olvido y Cuarteles de invierno. Desde el exilio, siguió pintado esa Argentina de los setenta que tanto le dolía Cuando volvió al país se sumó al diario Página/12, cuando Página todavía era un diario que hacía el mejor periodismo que se hacía en este país. Desde sus recordadas contratapas se dedicó a analizar con su clásica ironía el comienzo y un par de años del menemismo.
En los libros en los que recopiló sus trabajos periodísticos, como Artistas, locos y criminales o Rebeldes, fugitivos y soñadores, Soriano publicó maravillosos perfiles de personajes como Robledo Puch, Obdulio Varela, Perón, Gatica y Gardel, entre otros.
Nunca tuvo el reconocimiento que hubiese deseado en el ámbito literario. Soriano escribía sobre fútbol, era del pueblo. Su prosa nunca fue fina ni buscó la excelencia. Por las noches, son un cigarrillo y un gato, se dedicaba a pintar su época.
Lamentablemente, el Gordo se fue antes de lo esperado y nos dejó sin saber cómo seguirían las historias del Míster y de tantos personajes más, siempre tan perdedores, tan hermosos, tan argentinos, tan cansados de llevarse puestos a sí mismos. En fin, tan como nosotros. Será por eso, tal vez, que lo extrañamos tanto.
