Recomiendan diferenciar los festejos de Navidad y Año Nuevo
Por su proximidad temporal y dimensión simbólica, los festejos de Navidad y Año Nuevo han tendido en los últimos años a unificarse y adoptar rituales similares. Grandes cenas, empleo de pirotecnia y fiestas a cielo abierto o en locales nocturnos, se han vuelto muy comunes tanto en las primeras horas del 25 de diciembre como del 1 de enero. Sin embargo, representantes de las vertientes cristianas con mayor presencia en la provincia, insisten en conmemorar el nacimiento de Jesucristo con reuniones sencillas, rodeados de la familia y en comunión de la fe.
Aldo Vallone, párroco de la Catedral de Nuestra Señora de Loreto, resalta las palabras del Papa Francisco que insiste en que “la Navidad debe ser celebrada como la manifestación de la misericordia de Dios a través de su hijo Jesús”. Y hace una clara diferenciación del inicio del 2016, ya que “se trata de una época especial para los argentinos que celebramos el bicentenario de nuestra patria”. “Pidamos que este año que nace, podamos caminarlo con Cristo, señor de la historia”, destaca.
El representante de la Iglesia Ortodoxa, arcipreste Ignacio Sahade, añade que a diferencia de otras fechas conmemorativas, “la Navidad es una fiesta del amor de Dios por nosotros pero también un compromiso”. “Por sí misma, no acaba con las desigualdades, injusticias y opresiones, sino que tiene que ser acompañada con un amor entre nosotros mismos, para acabar con estos flagelos de la humanidad”, sentencia y contradice los eslóganes del festejo comercial al asegurar que “la Navidad no es ninguna magia, ya que los cambios nacen en nuestro corazón y se reflejan en nuestras acciones”.
Fabián Ruiz, pastor de la Iglesia Bautista Alameda, coincide con esta postura pero indaga aún en las costumbres y el significado de estas fechas. “La Navidad no es la fiesta del petardo ni tampoco el día nacional del pan dulce”, ironiza y resalta que “es un acontecimiento fundamental en el que celebramos que Dios vino para salvarnos de miserias como el desamor, el desencuentro y la apatía”. “En cuanto nosotros vaciamos nuestra realidad de Dios, la Navidad pasa a ser otra cosa”, agrega.
En este esquema, la familia y la fe ocupan un lugar central y redimensionan el valor de la Noche Buena. Sahade insiste por tanto que “la comida tiene que ser una modalidad de encuentro pero no la finalidad”. Pero Ruiz va un poco más allá e insiste en “tomarse un momento para reflexionar que estamos celebrando el cumpleaños de Jesucristo”. “Esto se puede hacer a través de un rezo, una oración, una plegaria o incluso de una lectura bíblica”, explica.
