Punta del Este, un lugar prohibido para bolsillos mendocinos

“Punta del Este es una ciudad peninsular situada en el extremo meridional de “Uruguay”.

Así lo define Wikipedia. Para los que alguna vez se toparon con algún programa de chimentos de verano, vendría a ser la Hollywood sudamericana.
Este año tuve la suerte de poder pasar mis vacaciones en las tan codiciadas playas de Punta del Este, y no por que pudiera pagarme unas vacaciones en ese lugar, sino por que un amigo (Guille O.) gentilmente ofreció su casa para alojarnos a mi y seis amigos más.
Pero al llegar me di cuenta de que no estaba preparado para Punta. Es un exceso de glamour. A penas uno sale a la calle se da cuenta de dos cuestiones: primero, que las casas no tienen rejas y que los autos están estacionados con las ventanillas bajas y sin seguros, y lo segundo es que todo el mundo tiene un Porsche, que parecen los Gol de Mendoza por la cantidad.
En la playa no se dejan los lujos de lado. Lo primero que pensamos gente como nosotros, acostumbrados a veranear en Reñaca, es que seria ideal llevar una heladerita con 30 cervezas heladas. Pero estábamos equivocados, lo top en Punta es tomar champagne, y no se vayan a creer que lo hacen del pico, la gente se lleva su copa y su puro cubano para poder pasar tan duro momento.
En estos lugares la gente le hace culto al cuerpo y parecía que las únicas 7 personas feas que se les escaparon a los agentes de migraciones éramos nosotros. Nunca vi en una playa pública tanta “gente linda”; mujeres y hombres de todas las edades en perfecto estado físico. Y si con el gimnasio nos les alcanzó, “lo que natura non da, el cirujano lo arregla”.
La noche de Punta tiene de todo para ofrecer, el tema esta en cuanto uno quiere pagar.
El boliche top, por lo menos para mi, era Tequila. Con una entrada de 100 dólares uno podía acceder a que lo maltraten con clase. Y si gastar la mitad de su aguinaldo para pagar la entrada para ver a esa linda gente le parece mucho, pues algunos pagaban 2.000 dólares por tener su mesa reservada. Claro que nunca lo vi por adentro.
Pero lo buena es que había opciones más económicas. Estaba Pizza Cero resto bar, donde mis compañeros y yo hicimos que el glamour de ese sitio se perdiera para siempre. Como en todos estos lugares, se podía disfrutar de buena comida, música chill out, cómodos sillones, un excelente ambiente y una botella de champagne por 200 pesos argentino. Estaba el bar Savia, para bailar, con una entrada que rondaba los 80 pesos con una consumición. Adentro los tragos partían de un valor de 60 pesos. Ahí uno tenía más chances de que una mujer le hablara, claro que uno escuchaba seguido “¿Que? Vos no estudiaste en Harvard gordo?”.
Al salir no había nada mejor que ir a Rex a comer unos chivitos (lomos) que por 100 pesos te lo acompañaban con papas.
Y sí, si sacan cuenta verán lo que hay que gastar en Punta del Este para pasar el día, ni que hablar para pasar 10 días a todo trapo. Nosotros no estábamos preparados para Punta, nosotros ni nuestros bolsillos.