“Paco, pichón y fulmín”, el lenguaje adolescente que complica a los adultos

Como cada generación, los adolescentes crean sus propios códigos y resignifican palabras. En algunos casos los términos tienen una impronta violenta.

Por Sofía Fernández



“No seas pichón. Vas a quedar como fulmín”, dice un
adolescente. “Vos sos un Carlos”, responde otro. La charla es ficticia, pero
con términos reales y frecuentes en el lenguaje de los adolescentes. Charlas
que se repiten en la escuela, la parada de colectivos o en cualquier lado y que
suenan inentendibles para muchos adultos.



“A veces les hablás (a algún adulto) y se te quedan
mirando”, asegura Estefanía, de 16 años. “Se sorprenden de cómo hablamos,
profesores y mis abuelos principalmente, preguntan qué es tal cosa”, responde
Agustín, de cuarto año.



Los adolescentes aceptan que entre ellos suelen usar término
inentendibles para los más grandes. “Los profesores a veces nos escuchan hablar
entre nosotros y nos preguntan qué significa esa palabra”, aclaró Sharvell.
Ambas adolescentes, que con carpeta en mano, esperaban el ingreso al colegio
Normal Tomás Godoy Cruz.



Las palabras de la generación actual son una novedad. Pero
no el fenómeno de renovar el “diccionario de la calle” Los especialistas del
lenguaje atribuyen estas diferencias en el lenguaje al “cronolecto”, es decir a
las características que toma el lenguaje según la época. Pero también existen
variaciones de acuerdo a grupos sociales y género.



Susana Ortega de Hocevar, magister en Ciencias del Lenguaje
e investigadora de la UNESCO, aseguró que no solo los adolescentes tienen su
propio vocabulario particular. “Hay cambio de la lengua específicos, no solo se
da en los adolescentes. Los médicos, por ejemplo, o los abogados, usan términos
para hablar entre sí, que son muy difíciles de entender para el resto de la
población”. Y continuó: “La lengua del adulto es estándar. Es todo un desafío
lingüístico la jerga del adolescente, muchas veces usan determinados vocablos y
les atribuyen un significado distinto al tradicional”, señaló. En su opinión,
agrega la especialista: “La persona que trabaje o conviva con jóvenes, si no
está metido en el lenguaje no va a saber qué están diciendo”. 



La violencia



Si bien los adolescentes comparten ciertos términos dentro
de su jerga, hay diferencias de acuerdo a los estándares sociales. La violencia
se introduce en el habla de muchos jóvenes, principalmente en zonas
marginadads. “Es cierto que los adolescentes tienen su propia jerga. A mí lo
que me preocupa es que han perdido la adecuación al contexto. Esto se ve
principalmente en las escuelas urbano marginales. En ese ámbito, el vocabulario
es muy vulgar, el 80% de los términos están contaminados con la violencia, son
malas palabras”, comentó una profesora de Lengua a Diario Vox.



Además, la docente aseguró que estos términos se transmiten
al lenguaje escrito. “Este léxico se refleja en las redacciones. Trasladan el
lenguaje oral al escrito sin ningún tipo de filtro. También tienen un lenguaje
escrito particular, ponen tildes donde no van, h intermedias o finales, entre
otros”.



Pero lo más preocupante, según la profesora, es el
empobrecimiento del lenguaje y la falta de capacidad connotativa. “No tienen
sinónimos, su vocabulario abarca 100 palabras nada más. No tienen capacidad
simbólica ni abstracta.”



Para la docente los problemas de lenguaje se ven más en
algunas escuelas donde “los padres tienen el mismo vocabulario lleno de
violencia”. “Yo no les puedo decir nada porque me responden: ‘callate, vieja
paca’”, contó la profesora.



Algunos términos frecuentes entre los adolecentes:



Flaiado- Flai: volado, drogado



Turra/chimba: chica de bajo nivel



Chévere: buena onda



Guacho: amigo



Pichón: esclavo



Refugiado: que tiene miedo



Fulmín: maricón



Traica – tragador: traidor



Carlos- George: tonto



Ahrre: (significado desconocido) se aplica luego de decir
algo muy loco.



Anti: aguafiestas