Los mendocinos, entre las viejas y las nuevas “tradiciones”
Son aunque sea 20 minutos de pausa para hablar de autos, del estado del tiempo o de lo que sea. “Se puede decir que es una tradición”, explica Javier, uno de los integrantes de la mesa que todas las mañanas se junta en el café San Pablo.
A pocas cuadras de allí, los adolescentes polulan y se concentran cada viernes por la tarde. Parecen no tener un fin común, pero se juntan, se amontonan, se miran y, de vez en cuando se pelean. También se ha transformado en una tradición moderna para ellos.
“Las tradiciones no son estáticas, se van transformando”, explica Marcelo Padilla, sociólogo y docente de antropología de la UNCuyo.
Hoy es el día de la tradición en homenaje al nacimiento de José Hernández, autor del Martín Fierro, un ícono de la poesía gauchesca. Al caminar por el microcentro mendocino, no hay muchos gauchos, pero eso no significa que no haya tradiciones. Sí aparecen costumbres modernas, algunas que resisten el tiempo y otras que aparecen como novedad.
Tomar un café con amigos, compartir una ronda de mate en el Parque e ir a la cancha a ver al “Tomba”, son algunas de las tradiciones nombradas por los mendocinos. Y no falta el asado dominguero, que hoy encuentra al precio de la carne como único obstáculo.
Elegir el lugar donde reunirse es uno de los parámetros que indican identidad. “Para la población concentrada en las zonas urbanas, por ejemplo, el Parque es un espacio tradicional del uso del tiempo libre. En los ‘90 aparecieron los shoppings como lugares de concentración para el consumo”, explica Padilla.
En el caso de los adolescentes, por ejemplo, están en plena búsqueda de su identidad. “En esa búsqueda eligen un territorio como propio, como puede ser ahora la Peatonal”, dice Padilla.
Para algunos mendocinos la tradición es “una como una rutina, pero divertida y hecha con gusto”, como dice Andrea. “Mi tradición familiar favorita es hacer galletitas con mi hija. Parece una tontera, pero me divierte y es sano”, explica.
