Ingenio mendocino: construyen un robot inteligente que riega jardines y ahorra agua
Parece un sueño o una película futurista de los años 80. Pero es real, puede servir para hacer más eficiente el uso del agua y, lo mejor, fue desarrollado en Mendoza. Es un robot que sirve para regar los jardines de las casas y que lo puede hacer de manera prolija y eficiente.
El proyecto lo desarrollaron investigadores de la Universidad Nacional de Cuyo que usaron todos sus conocimientos y, sobre todo, ingenio. “Apuntamos a diseñar este artefacto que cuenta con un carrito montado sobre tres ruedas, un equipo de manguera retráctil que se va desenrollando y enrollando en la medida en que el robot avanza o retrocede, una tobera o aspersor, una computadora donde se programa con un software especial una rutina de riego de acuerdo con la superficie del jardín y los obstáculos que el robot debe sortear y una batería como fuente de energía”, describió Carlos Enrique Irigo, director del proyecto, a través de una nota difundida por la UNCuyo.
Según explican, el robot puede llevarse a otra propiedad y reprogramarlo una vez usado en un domicilio. La manguera retráctil se conecta a la canilla de agua corriente, por lo que utiliza la presión normal de la red pública de distribución de agua, por lo que no necesita un mecanismo del bombeo de agua.
El sistema usa para orientarse una tecnología similar a la de los videojuegos modernos (como la Nintendo Wii) que permite tener alta precisión en los movimientos. “Tenemos que desarrollar un software de fácil programación, que debe permitir el control de todos los comandos del robot. Esto permite tener un sistema robotizado para riego doméstico que va recorriendo el jardín y regando de una manera programada la cantidad de agua y los sectores específicos donde se lo requiera, ya que hay plantas o regiones del jardín que pueden necesitar más o menos aspersión”, explica.
Aunque usa tecnología de última generación Irgo lo hace más simple y lo define como una regadora. “Volvemos a la fuente: como nuestras abuelas cuando regaban los malvones con la regadera, distribuyendo agua donde hace falta y en la cantidad requerida, atributo del que adolecen los sistemas actuales”, explica. Claro que es una regadora fuera de lo común.
Ahora los siguientes pasos tienen que ver con el análisis de la posibilidad de construir en serie los robots para comercializarlos. “Consideramos que es una idea muy innovadora, porque incrementa el ahorro del agua. Tiene un mercado de consumo propicio. Tenemos que aunar voluntades de la Universidad Nacional de Cuyo, el sector empresario y el Estado, para cerrar el triángulo, ya que el proyecto apunta al uso sustentable de este bien tan preciado que cada vez es más escaso: el agua”, concluye el científico
El proyecto lo desarrollaron investigadores de la Universidad Nacional de Cuyo que usaron todos sus conocimientos y, sobre todo, ingenio. “Apuntamos a diseñar este artefacto que cuenta con un carrito montado sobre tres ruedas, un equipo de manguera retráctil que se va desenrollando y enrollando en la medida en que el robot avanza o retrocede, una tobera o aspersor, una computadora donde se programa con un software especial una rutina de riego de acuerdo con la superficie del jardín y los obstáculos que el robot debe sortear y una batería como fuente de energía”, describió Carlos Enrique Irigo, director del proyecto, a través de una nota difundida por la UNCuyo.
Según explican, el robot puede llevarse a otra propiedad y reprogramarlo una vez usado en un domicilio. La manguera retráctil se conecta a la canilla de agua corriente, por lo que utiliza la presión normal de la red pública de distribución de agua, por lo que no necesita un mecanismo del bombeo de agua.
El sistema usa para orientarse una tecnología similar a la de los videojuegos modernos (como la Nintendo Wii) que permite tener alta precisión en los movimientos. “Tenemos que desarrollar un software de fácil programación, que debe permitir el control de todos los comandos del robot. Esto permite tener un sistema robotizado para riego doméstico que va recorriendo el jardín y regando de una manera programada la cantidad de agua y los sectores específicos donde se lo requiera, ya que hay plantas o regiones del jardín que pueden necesitar más o menos aspersión”, explica.
Aunque usa tecnología de última generación Irgo lo hace más simple y lo define como una regadora. “Volvemos a la fuente: como nuestras abuelas cuando regaban los malvones con la regadera, distribuyendo agua donde hace falta y en la cantidad requerida, atributo del que adolecen los sistemas actuales”, explica. Claro que es una regadora fuera de lo común.
Ahora los siguientes pasos tienen que ver con el análisis de la posibilidad de construir en serie los robots para comercializarlos. “Consideramos que es una idea muy innovadora, porque incrementa el ahorro del agua. Tiene un mercado de consumo propicio. Tenemos que aunar voluntades de la Universidad Nacional de Cuyo, el sector empresario y el Estado, para cerrar el triángulo, ya que el proyecto apunta al uso sustentable de este bien tan preciado que cada vez es más escaso: el agua”, concluye el científico
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