El legado del papa Francisco en su primera década en el Vaticano

En este tiempo, ha avanzado en reformas gubernamentales del Vaticano, para prevenir que se repitan situaciones escandalosas como abusos sexuales a menores o manejos espurios de dinero. También ha luchado por la inclusión de las mujeres y los laicos en la Iglesia.

En su primera década al frente del Vaticano, el papa Francisco ha trabajado incansablemente por acercar la Iglesia al pueblo y dotar de simpleza y austeridad a su tarea pastoral. Su elección en 2013 fue vista como una oportunidad para devolverle a la Iglesia la imagen más pura posible: al servicio del pobre, los desamparados y excluidos, así como también que esté lo más alejado que se pudiera de escándalos de corrupción y pederastia. 

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Desde entonces, ha marcado una de las claves de su pontificado: no es un monarca, sino un pastor. Su llamado a la unidad ha sido perseverante, ya sea para resolver problemas mundiales como el hambre, la pobreza, los refugiados o el cambio climático, o para enfrentar situaciones como la pandemia del Covid-19 o la guerra en Ucrania. 

En su afán por llevar su mensaje a cada rincón del mundo, ha realizado numerosos viajes y contextualizado su discurso a la situación local, como en sus recientes giras por la República Democrática del Congo y Sudán del Sur.

En medio de una tensa relación con los sectores más conservadores de la Iglesia, Francisco ha avanzado en reformas gubernamentales del Vaticano para darle más espacio a las mujeres y a los laicos en el pequeño y poderoso Estado. 

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En marzo del año pasado, la Iglesia dio a conocer la nueva Constitución, de 54 páginas, titulada "Praedicate Evangelium" (Predicar el Evangelio), que entró en vigencia en junio de 2022 y reemplazó a la que había presentado Juan Pablo II en 1988 y que fue reformada parcialmente por Benedicto XVI en 2011. Entre los cambios se destacó que cualquier persona bautizada, incluidas las mujeres, podrá dirigir los departamentos del Vaticano, espacios que hasta el momento estaban dirigidos por clérigos, generalmente cardenales.

A pesar de tener 86 años y sufrir afecciones a una de sus rodillas, el papa Francisco no tiene planes de renunciar. De hecho, remarcó que entiende a la tarea papal como un cargo vitalicio, por lo que se espera que siga varios años más.

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