Ramón Abdala, el odontólogo mendocino que corre para vivir

Ramón Abdala es un odontólogo mendocino que un día se dio cuenta que a su vida le faltaba algo.

Tenía todo, pero sin embargo le faltaba algo. Y ese algo lo encontró cuando comenzó a correr.Horas y horas de trote, de entrenamiento, de vida sana, de técnicas para templar el espíritu y de meditación hicieron que Ramón corra cada día más.Y así pasó de simples trotes por el Parque a maratones y de las maratones a las ultramaratones por todo el mundo. Hizo el Cruce de Los Andes, corrió por el Himalaya y por el desierto del Sahara, entre tantos lugares maravillosos.Hace unos días, este mendocino de 62 años, corrió, junto a los mendocinos Adriana Blesa, Claudia Castelani, Fabián Cremaschi y Sergio Furlán la Ultramaratón del Mont Blanc, que une Italia, Suiza y Francia. Fueron en total cien kilómetros, non stop, que completó en 22 horas, 14 minutos y 8 segundos. Soportaron vientos de 60 kilómetros y temperaturas de diez grados bajo cero a tres mil metros de altura.
¿Cómo fue correr por el Mont Blanc?Fue increíble. Hizo muchísimo frío. Te  exigían ropa específica. Los dedos se me congelaban igual. Corrimos a tres mil metros, con vientos, nieve, barro, tremendo. Dije al mal tiempo, buena cara. Ya estaba allá. Entonces fui cantando Resistiré, de Estela Raval, tipo mantra, y de Edith Piaf, No me arrepiento de nada. Iba cantando así los cien kilómetros. Me ayudó. Era un peligroso desbarrancarse. Te llegabas a caer y chau. Decí que los mantras y los ejercicios de respiración me ayudaron. Un laburo mental absoluto.
De sólo pensar esa situación me dan ganas de abandonar.En ningún momento se me pasó por la cabeza abandonar. Fuerza, fuerza, fuerza, me decía. El amanecer no llegaba nunca. Fue la noche más larga de mi vida. Cuando llegué a ver las primeras luces del amanecer, dije, ya está. Pasó lo más jodido. Ahí empecé a templar el espíritu. Es más, la última parte la corrí más ligero. Primer corrés con el cuerpo, después con la mente y por último con el espíritu. 
¿Habías corrido con condiciones climáticas tan adversas?Nunca había corrido con esas condiciones climáticas. En el Sahara corrí con 53 grados y después de noche había diez grados bajo cero. Lo que todavía no puedo lograr definir qué es peor. Con el calor te deshidratás y te podés morir, pero con el frío se te congelan los dedos y también es un peligro. 
Te entrenaste muchísimo para correr esta ultramaratón. ¿Qué sentís cuando estás allá, antes de la largada?La largada fue en Italia. En la línea de largada, me dije Ramón acá están los que tienen elevado el espíritu. Con los himnos de Italia, Francia y Suiza, y música de fondo, se largó la maratón. Se me llenan los ojos de lágrimas. No te podés imaginar lo que fue eso. 
¿Qué le podés decir a la gente que quizás tiene ganas de correr o no se anima o le falta un impulso?Que se pongan las zapatillas y un short y que se vaya al Parque. Es económico. Si vos vas y tenés los problemas en cien, corrés una vuelta al lago y los problemas, que le das valor cien se reduce a cuarenta. Cuando hacés actividad física segregás endorfinas, que es el tranquilizante natural que tenés. Cambiar adrenalina por endorfinas. Siempre digo: mi psicólogo, mi psiquiatra es el Parque, más barato imposible.