En Mendoza, uno de cada tres árboles morirá en los próximos años
Por Horacio Yacante
De acuerdo a la ley 7874 de 2008, el sistema de arbolado
público forma parte del patrimonio natural y cultural de la provincia. Sin
embargo, la falta de una política para su preservación ha determinado que al
menos la tercera parte de los 1,4 millones de ejemplares que existen
actualmente se encuentren en estado de decrepitud vegetativa. Sólo el área
metropolitana concentra alrededor de 700.000 ejemplares, de los cuales 49.297
se encuentran en la Ciudad.
La situación es grave y más si se tiene en cuenta que en las
últimas dos décadas se perdieron casi 300 mil árboles. A esto se suma la
disminución progresiva del caudal de agua como resultado del cambio climático,
que según el Diagnóstico Ambiental Estratégico realizado por el Gobierno de Mendoza,
hará que la situación se vuelva cada vez peor.
La ley establece que sea considerado como arbolado público a
todos aquellos ejemplares de las distintas especies existentes en calles,
caminos, plazas, parques y demás lugares o sitios públicos como las márgenes de
ríos, arroyos y cauces artificiales o naturales.
Así, de acuerdo a su ubicación, son responsabilidad de los
Municipios en primer lugar, de Vialidad (Nacional y Provincial), los ubicados
al costado de una ruta o camino; y de Irrigación, si lindan con algún río o
canal.
Poca hidratación
Las acequias en Mendoza fueron creadas y extendidas por todo
el tejido urbano con dos propósitos. El primero, para contener y evacuar el
excedente de las lluvias, y en segundo lugar para permitir el riego del arbolado
público. Sin embargo, debido a factores culturales y fallas constructivas
ninguno de los dos se cumplen correctamente.
La principal causa de la decrepitud de los forestales se
debe en gran parte a una ineficiente hidratación, debido al formato de las
acequias de cemento actuales que no permite una correcta filtración del agua.
Especialistas coinciden en que esto podría remediarse fracturando los márgenes
próximos al árbol o colocando compuertas en los cauces para que el caudal se
estanque y tenga más tiempo para humedecer la tierra.
Otro factor que incide es el cultural y está íntimamente
relacionado con la basura que se vierte en acequias, cauces de riego y canales.
Las botellas y otros desechos domiciliaros impiden el flujo de la corriente, y
se mezclan con detergentes y aceites arrojados por las industrias.
Menos agua, especies
más fuertes
El artículo 21 de la ley establece que las autoridades
competentes están habilitadas para establecer cuáles son las especies más aptas
para plantar en cada localidad.
Con esta consideración, desde el Instituto de Ciencias
Humanas, Sociales y Ambientales (INCIHUSA), analizaron la adaptación de cuatro
especies -que representan las dos terceras partes del total de los árboles
existentes: plátanos, moreras, fresno americano y acacia visco-, a una
reducción considerable del recurso hídrico, para evaluar su respuesta al cambio
climático.
El estudio determinó que bajo las mismas condiciones, la
acacia visco es la especie con menor requerimiento de agua y mayor tolerancia
al déficit de riego, registrando crecimientos adecuados aún bajo condiciones
sostenidas de estrés hídrico moderado. Esta situación implicaría un ahorro en
el recurso hídrico destinado al riego sin comprometer el desarrollo vegetativo
de los árboles.
