Día Mundial de la Lucha contra el Sida: cifras, avances y desafíos que aún persisten
El Día Mundial de la Lucha contra el Sida vuelve a recordar la magnitud de un desafío que continúa afectando a millones de personas en todo el planeta. Desde el inicio de la epidemia, se estima que 44,1 millones de personas han perdido la vida por causas asociadas al VIH, una cifra que sigue marcando la necesidad de sostener políticas de prevención, acceso a tratamientos y acompañamiento sostenido.
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Para 2024, alrededor de 40,8 millones de personas vivían con VIH, con una concentración del 65% en la Región Africana. Ese mismo año se registraron 630.000 muertes vinculadas al virus y 1,3 millones de nuevas infecciones. Si bien el 87% de las personas diagnosticadas conocía su estado, solo el 77% accedió a terapia antirretroviral y el 73% logró una carga viral suprimida, lo que reduce notablemente la transmisión.
En este contexto, la prevención combinada continúa siendo fundamental. Entre las herramientas más eficaces se encuentran el uso de preservativos, los testeos regulares, los tratamientos que permiten alcanzar niveles indetectables de carga viral y estrategias como la Profilaxis Preexposición (PrEP), que ha demostrado reducir significativamente el riesgo de infección.
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Para 2025, los organismos internacionales impulsan nuevas campañas de concientización. El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) eligió el lema "Superar las disrupciones, transformar la respuesta al Sida", una consigna que advierte sobre el deterioro de los sistemas de atención y la disminución de la eficacia de los programas de prevención. La organización advierte que los servicios comunitarios -clave para llegar a poblaciones marginadas- están siendo relegados, mientras que el avance de leyes punitivas contra la diversidad sexual y el uso de drogas dificulta aún más el acceso a la atención.
Por su parte, la Organización Panamericana de la Salud (PAHO) centra su campaña en el mensaje "Poner fin al Sida para 2030 es posible". La propuesta se articula en cinco ejes fundamentales: eliminar desigualdades, expandir el diagnóstico temprano, fortalecer la prevención combinada, promover la participación comunitaria y garantizar un enfoque basado en derechos humanos.
La organización también destaca la importancia de visibilizar las historias personales detrás de cada diagnóstico, no solo para sensibilizar a la población, sino también para combatir prejuicios, promover el acceso universal a la salud y reforzar la empatía hacia quienes viven con VIH.
