La pregunta de Migue Granados que incomodó a la mamá de Ángeles Rawson

A 9 años del crimen, Jimena Aduriz participó en el podcast La Cruda.

A nueve años del femicidio que conmovió a todo el país, la mamá de Ángeles Rawson habló sobre el día que se enteró que el portero del edificio fue quién mató a su hija, la conversación que tuvo con él cuando ya la había asesinado y del alivio que sintió en un momento.

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"Nadie podía creer que fuera capaz de una cosa así. Lo queríamos muchísimo todos en el consorcio. Hacía 11 años para ese momento que era el encargado. Era un edificio chico, con 14 departamentos", señaló Jimena Aduriz en diálogo con Migue Granados en el podcast La Cruda.

Pero una pregunta del conductor sobre el principio de culpabilidad que tuvo su expareja y padrastro de Ángeles al principio de la invetsigación, generó enojo en la mujer: "Esa pregunta que me estás haciendo, si la pensás un poquitito, es totalmente desubicada y me rompe las pelotas porque hace nueve años que me la hacen. Esa y si sospeché de Mangeri, que espero que no me la preguntes", expresó.

De esta manera continuó: "No hubo nada que me haga sospechar, nada. De hecho, después lo cotejé con mis vecinos. Nadie lo podía creer. Sospecharon de mi marido, porque no podían creer que este hombre fuera capaz de una cosa así".

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Sobre sus vecinos, Jimena relata que cuando se confirmó que Mangeri era el principal sospechoso por el femicidio de la adolescente, una mujer que vivía en el mismo edificio se acercó a ella angustiada para contarle: 'Yo he dejado que él entrara con Emilia chiquita a cambiar la bombita'.

Para la mamá de Ángeles, Mangeri es "un psicópata de libro" ya que tenía las llaves de todos los departamentos y tenía la confianza de todos los vecinos.

En el podcast recuerda que el día que la adolescente que desapareció hacia mucho calor y que cuando llegó a su casa se sorprendió que Mangeri tuviese puesto una campera polar y ahí le reclamó: "Hacete ver', tenés cara de enfermo". Lo que nunca pensó es que el portero vestía un buzo para tapar las heridas de defensa que Ángeles le había dejado en el cuello antes de que la matara.

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