La maldición de la Copa Davis

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El tenis argentino tiene un gran trauma: la Copa Davis. Desde 1925, año en que nuestro país disputó por primera vez el certamen, Argentina nunca levantó la Ensaladera de Plata.

Lucha de egos, internas, peleas, intereses económicos. Siempre ha surgido algún problema para que el sueño de la Davis se escape. Argentina ha jugado cuatro finales (1981, 2006, 2008 y 2011) y ha perdido las cuatro. Ahora, en noviembre, llegará la quinta chance. Será como visitantes ante Croacia. Todos los amantes del tenis cruzan los dedos y piden que, de una buena vez por todas, la quinta sea la vencida.

La primera oportunidad para el equipo argentino de ganar la Davis fue en el 81, de la mano de Guillermo Vilas y José Luis Clerc. Fue en Cincinnati, ante Estados Unidos, liderados por el amado y odiado John McEnroe, número uno del mundo. Vilas y Clerc eran, en ese momento, quinto y sexto en el ranking mundial. Y eran, sobre todo, dos egos que se enfrentaban cada vez más. A tal punto que durante esa serie no se dirigían la palabra.

En la primera jornada, McEnroe venció a Vilas y Clerc le ganó a Roscoe Tanner. El dobles, después de casi seis horas de juego, fue para la dupla local (McEnroe y Peter Fleming). El domingo, Mc Enroe se impuso a Clerc y la ilusión argentina se terminó.

Pasaron 25 años para que Argentina tuviera una nueva chance. En esa ocasión, sin tanta peleas de egos, pero con algunos chispazos internos, el equipo capitaneado por Luli Mancini y liderado por David Nalbandian tuvo que ir hasta Moscú para jugar ante Davidenko, Safin y compañía.

En el segundo entrenamiento en tierras rusas, Mancini y Nalbandian tuvieron una discusión. Luli ya tenía decidido que Juan Ignacio Chela sería el segundo singlista, mientras que el cordobés quería que su coterráneo Agustín Calleri estuviera en ese lugar. Finalmente Davydenko derrotó a Chela, pero Nalbandian le dio vida a Argentina al vencer a Safin. En el dobles, Safin y Dimitri Tursunov jugaron un partido enorme y le ganaron a Calleri y Nalbandian. Ya en la última jornada forzó el quinto punto al vencer a Davydenko. Sin embargo, en el punto decisivo, Acasuso no pudo con la potencia de Safin.

Dos años después llegó la final perdida más increíble del tenis argentino. Fue el ejemplo perfecto de cómo hacer todo mal por parte del país local.

El equipo albiceleste empezó a perder la final ante España mucho antes de jugarla. Primero, Del Potro canchereó a Nadal. Después vino la novela para elegir la sede de la final. Que el gobierno nacional no quería que fuera en la Capital Federal para no darle crédito a Mauricio Macri, que Nalbandian quería llevarse la serie a Córdoba, que Córdoba tampoco podía ser porque gobernaba Juan Schiaretti. La sede fue Mar del Plata. Y una vez que se determinó la sede, el asunto fue el dinero a repartir. Ahí empezaron las negociaciones entre los jugadores y los dirigentes para ver cuánto se llevaba cada uno. Encima, Del Potro, quien venía en ascenso, clasificó al Masters de Shangai, lo jugó y llegó a Mar del Plata después que el resto, con un cansancio lógico, algo que cayó mal en el equipo. A todo eso, Nadal se bajaba de la final. Mientras tanto, había que ver la superficie. En Davis, el equipo local elige sobre qué cancha se juega. Ahí radica una de las tantas ventajas de jugar en casa. El piso del estadio Islas Malvinas fue pintado una vez. Pero los jugadores dijeron que estaba muy veloz. Lo volvieron a pintar. Pero quedó lento. Una nueva mano de pintura. Y así. Todo eso a días de la final.

En el primer día Nalbandian se impuso a David Ferrer. Pero en el segundo turno, Feliciano López sorprende a un errático Del Potro. El sábado, López y Fernando Verdasco le ganaron en el dobles a Nalbandian y Calleri. El domingo Del Potro no estaba para jugar por problemas físicos. Otra vez le tocó a Acasuso, quien perdió con Verdasco. Lo que parecía imposible había pasado.

En el 2011 llegó la revancha ante España, como visitante. En esa serie casi no hubo problemas internos ni reproches. España, con Nadal, fue superior. Nadal venció a Mónaco y del Potro en sus dos singles. Después Ferrer se impuso al tandilense y cerraron la final 3 a 1. No había mucho para hacer ante una España poderosísima.

En poco más de un mes llegará la quinta chance. Por primera vez en mucho tiempo Argentina parece haber armado un equipo. Además, algo impensado hasta hace un tiempo, está Del Potro, el as de espadas. Del Potro, con un equipo que lo acompaña, sin egos, sin peleas, bajo el liderazgo de Orsanic. Ojalá sea la vencida.