Pienso, con el diario (del lunes) en la mano

A veces pasa.



Te sentás delante del teclado y vos no lo miras a él, sino que él te mira a vos. Casi lo podés escuchar riéndose por lo bajo. Han pasado muchas cosas en nuestro cosmos y como siempre, la rueda gira y gira. A no desanimar. Es un lunes más. Lunes.

Para pasar el trago amargo de las primeras horas del primer día de la semana, ¿necesitamos tomar conciencia de que hay más tiempo por delante que por detrás? Este, y muchos interrogantes más, por lo general quedan excluidos del ritmo del lunes (salvo que formemos parte de un grupo de científicos aficionados, que todos los días aprovechan para plantear grandes enigmas e inventos). Pero no es este el caso. Lo nuestro es un análisis más acostumbrado, con el lunes atravesado. El día de hoy se nos incrusta de poco. Nos damos cuenta que las noticias son parecidas a las de todos los días, la calle tiene la misma cantidad de cemento o de tierra, los sonidos se nos repiten como cualquier inicio de semana, los olores activan nuestra memoria, el lugar de trabajo está “en el mismo lugar”, los colegas te miran buscando responsables de un comienzo tildado de “abominable” en nuestro mundo de extremos, los relojes empiezan una cuenta regresiva hacia no sabemos donde. Menos mal que el mote de “mufa” se lo garantizó un Martes 13, porque si hubiera sido un lunes, la mala suerte tendría un justificativo más.

Una cosa que nos “acosa” es la anticipación, gran tentación para periodistas y comunicadores de todo tipo. Para los que hablan sobre lo que pasa. El pronóstico y la profecía, con el diario del lunes, es más fácil. Con el diario del lunes cualquiera opina o encuentra la solución definitiva. Con el diario del lunes todos somos más inteligentes. Pero ¿por qué no pensarlo como una conquista más? “Mirá que bueno, otro lunes para vernos la cara y hacer lo de todos los lunes”, sería el diálogo efectivo que hoy parece extraído de un cuento de ciencia ficción. “Hola lunes amigo, cuántos sacudones, vaivenes, alegrías, tristezas, esperanzas, famas, tortitas, facturas, mate de por medio. Días, semanas, meses pasan, y todos con un lunes como protagonista. Una temporada de 365 días con, poco más o menos de 35 lunes, para recordarlo y honrarlo como se merece. Festejamos el fin de otra era, y en instantes celebraremos el comienzo de una nueva” sería una cita adjudicada a no sabemos quién. Alguien que seguro está afuera del inconsciente colectivo de todos los arranque de semana.

Lo imposible sería que este lunes se presente como un día fuera del tiempo, para disociarse de las realidades que suceden en lo usual, para liberarse. Salir del ritmo urbano en que nos aglomeramos, y retirarse a una finca en el medio del campo, a casi 100 kilómetros. O en una isla, leyendo mucho y comiendo algo. O en el pie de una montaña que nos mira a diario. Con la austeridad necesaria como para disfrutarlo sin riñas personales. Viajamos en el tiempo, volvemos atrás, recuperamos esos instantes que nos llevaron tocar el cielo con las manos, a alcanzar el estado ideal que no tiene explicación. A veces, romper la rutina y hacer este tipo de cosas atípicas puede desencadenar hechos inesperados. ¿Será la hora de cambiar de médico? Pensar en distraerse un poquito tampoco es tan grave.

De una manera o de otra, mucha gente asume eso de que “los seres humanos somos la culminación de la evolución”. Pero ¿ese planteo puede llegar a producirse un lunes? Fue un fin de semana de locos, entre discursos, debates y disparates. Entonces, ¿es tiempo de valorar al lunes? ¿Si nos quedamos sin dinero en un bar podríamos empeñar nuestro lunes y cumplir al día siguiente? Los misterios al parecer no han recaído sobre ninguna escuela de pensamiento científico, o será a que a nuestro universo informativo nunca a llegado un informe del tipo “Científicos señalan que los días lunes la gente piensa más en su existencia”. No todavía. Igual, muy buen lunes para todos. El día está para aprovecharlo…

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