Japi niu iear
Afuera y adentro. Esa fecha en que la gente mira atrás, para seguir adelante, con las tradicionales reuniones globales para evitar el apocalipsis. Paz en el mundo. Y al infinito y más allá.
Es el tiempo de las promesas, como empezar a cuidarnos con las comidas, justo cuando tenemos la heladera llena de vittel toné y lechón (sin contar los turrones, garrapiñadas y demás golosinas de invierno). Nos mentalizamos para solo tomar un poquito con la comida y una copita para brindar a las doce, pero nos despiertan al día siguiente a las 3 de la tarde y la resaca se siente como una bomba de estruendo en el cerebro. Intentamos ser mejores parejas, unos días antes de ir a ver culos o bañeros en zunga en alguna playa. Intentamos tener buenos pensamientos, mientras le sacamos los corpiños con la mirada a la nueva novia que trajo el tío. Nos mentalizamos en empezar el año siendo más responsables, mientras encendemos una mini bomba ilegal para volar un pedazo de vereda. Decidimos ser más sencillos, una semana después de haber insultado, por lo bajo, a nuestros tacaños familiares por los regalos pedorros que recibimos.
Pasa también que el fin de año suele representarse en situaciones deformes, esas donde se llega a odiar lo rutinario. A ver: nunca se come un vittel toné en junio, hay que esperar a comer uno por año, con lo rico que es. Cansan los que generan la discusión: “Tu reloj no está en hora”. “Sí está, lo puse con la radio”. “El mío con el 113”. “Sí, pero yo… ¿che y esas cañitas voladoras en el cielo por qué son? ¿Qué hora es?”. Ni hablar del que hace el chiste: “Los reyes magos son 4: Melchor, Gaspar, Basaltar y Secayó”, y lo que es peor, el que se ríe de ese chiste. Y el que dice el chiste: “Uh, las luces del arbolito no andan, ahora sí andan, ahora no, ahora sí…”. De ese nadie se ríe. O el vecino que te toca timbre y después del “permiiiiiso” se empieza a tomar tu champagne. Y así con todo, el vestirse para ir a cenar a la casa de tías indeseables, el que la caretea desde las 21 hasta las 00.00, y el que te cuenta que Papá Noel usa los colores de Coca Cola.
Es otro año que termina. Otro año que no pasó nada. O pasó de todo. No se preocupen. Lo divertidamente llamativo que es el mundo, las relaciones humanas y la historia misma empieza a girar nuevamente, por 360 y pico de días más. Vermú con papas fritas y… ¡Japi niu iear!
