El enigma monotemático de los chicos con los grandes
“Lavate las manos”.
“No corras adentro de la casa”.
“Cepillate los dientes”.
“Sentáte bien para comer”.
“No comas con la mano”.
“Prestame un poquito de atención”.
“Escuchá lo que te digo”.
Y los chicos parecen no tener registro de lo que uno les pide. Uno llega a creer que no almacenan, en su disco rígido de memoria, ninguna conducta recomendada. Palabras más, palabras menos, el abecedario desplegado cae en un barril sin fondo. O tal vez eso parece. Emociones, emociones y más emociones que dominan todos nuestros esquemas y crean un clima de "me tienen re-podrido" (para ambas partes, ojo) entre los integrantes de la familia, lo que genera un círculo más que vicioso. Pensamos en el modelo ideal de "enseñar a los niños a ponerse en el lugar del otro, a distanciarse de los problemas, a tomar perspectivas, a buscar recursos, en definitiva a escuchar a los demás y escucharse a uno mismo". Y seguimos planificando.
Pero guarda que los más grandes también estamos todo el tiempo al borde del círculo vicioso. Entonces puede pasar que nos transformemos también en insoportables, pero no sólo para nuestros chicos. Como cuando algunos padres empiezan a mantener conversaciones en cualquier ámbito social, donde se incluye a las criaturas endiabladas en, digamos sin exagerar, un 60% de la temática charlada. O en los casos más extremos, el 100% del tiempo, sin parar y, para colmo, sin admitir intromisiones o sugerencias de quienes no tienen hijos, señalados por los padres vertiginosos como gente que no sabe nada de nada. Por momentos todo se transforma en un círculo de baba, pañales y leche.
Empezamos a pensar que existe una especie de tiranía de los niños. Y que dominan todos nuestros momentos. Cuando llegan, todo cambia, eso es lo más cierto. Pero tiene que haber un término medio. Tiene que ser posible ser buen padre y buen amigo, y un buen ciudadano ubicado en el contexto de las conversaciones generales. Debe existir algo así como la maternidad y la vida social, el interés por otras cosas más allá del jardín y las vacunas, la posibilidad de seguir teniendo una existencia que no esté absolutamente empapada por el desarrollo cognitivo de la criatura, y Bob Esponja o Intesamente o el dinosaurio violeta. ¿Somos insoportables? ¿Monotemáticos por deporte? ¿O estamos frente a un callejón sin salida? Imposible no sentirnos muchas veces repetitivos y circulares, si hasta en variadas ocasiones se es "víctima" de la obsesión por reproducir los dichos ingeniosos de los pequeñitos. Esos padres que cuentan obsesivamente las conversaciones agudas, luminosas, increíbles, inteligentes, insólitamente maduras o conmovedoras que han tenido con su retoño. "Cuando le digo tal cosa, me contesta tal otra... Es un guacho...". Una anécdota está bien, de vez en cuando. Seguro, los chicos dicen cosas muy extrañas y a veces muy asombrosas. Muchas, alimentadas por nosotros mismos, que después nos quejamos porque nos transformamos en los monotemáticos de las directivas sin destinatario.
¿Es cuestión de responderles a sus hijos todos los “porqué” que ellos preguntan cada cinco minutos, para tratar de que no se hagan adictos a la compu? ¿Te acordás cuando prometías a tus padres, tutores, encargados, abuelos, tíos o padrinos, que si compraban la pelota/bici/muñeca, te ibas a portar bien, ibas a ordenar la habitación, tomar toda la leche, estudiar todo el inglés del mundo, no decir malas palabras y obedecer lo que ellos te indicaran? Y entonces, con tanta experiencia previa, ¿por qué cuesta tanto desentramar este enigma? Los expertos dicen que “la infancia es un modo de hablar, más allá de cualquier precisión cronológica”. También destacan que “un profesional no enseña a ser mejores padres”. En todo caso, puede colaborar para que éstos puedan tener una relación menos agotadora con la respuesta característica de sus hijos. Suele ocurrir que éstos puedan interpelar a sus progenitores. No pocas veces en el tratamiento de adultos suele ocurrir que los mejores interpretadores sean los hijos. Después de todo, desde la antigüedad es sabido que los niños y los locos son quienes dicen la verdad...
