Filósofos polémicos: “Los alumnos no preguntan para poder aprobar”

Profesores de escuelas secundarias criticaron a la DGE por coartar la curiosidad de los estudiantes. Señalan que los interrogantes sirven para que puedan modificar su realidad.

Por Horacio Yacante



Profesores de Filosofía señalan que en las escuelas
secundarias de Mendoza restringen la curiosidad de los estudiantes, que
prefieren no hacer preguntas durante las clases para poder aprobar. Los
docentes, que a partir del próximo ciclo lectivo verían reducida su
participación en la currícula, criticaron la postura de la DGE de entender esta
materia como un curso de cultural general.



Cuando llega la hora de hablar de filosofía, en las escuelas
se reproduce el prejuicio general que sostiene que es una disciplina reservada
para “iluminados que citan a Aristóteles y son inalcanzables”. Sin embargo, un
grupo de profesores de la APFIM (Asociación de Profesionales de Filosofía de
Mendoza), sostiene que se trata de una práctica mucho más accesible y
liberadora, que permite crear conocimiento a través de preguntas sobre el
sentido de las acciones y modificar la realidad.



Alejandra Gabrielle, docente universitaria, comenta que
muchas veces se confunda a esta disciplina con cultura general o con algo
abstracto que no tiene aplicación en la vida cotidiana. “Lo que nosotros
sostenemos es que la filosofía permite pensar en un sentido activo para
modificar la realidad en la que vivimos, la función del ciudadano y del Estado
moderno”, fundamenta.



Antes se sostenía que a partir de los 15 años recién se
contaba con el nivel de abstracción como para comenzar a estudiarla. Paula
Ripamonti, que dirige la carrera de especialización de Filosofía con Niños y
Jóvenes, explica que este concepto queda descartado de plano, ya que en la filosofía
lo que busca es formular preguntas que comienzan justamente desde la infancia,
en la que hay una búsqueda constante de sentido. Al limitar su enseñanza solo a
adolescentes, “lo que se hace es sofocar esa curiosidad y ponerles un corset
cronológico, en el que se limita lo que puede pensar cada chico de acuerdo a su
edad”, sostiene.



Preguntas
adolescentes



Ripamonti comenta que en las escuelas esta materia se aborda
a través de la formulación de problemas. Se comienza por líneas generales hasta
llegar a temas más cotidianos. Sin embargo, cada profesor arma sus materiales
de enseñanza a partir del contexto de la escuela.



El profesor de educación media y poeta, Leonardo Visaguirre,
menciona que en los establecimientos mendocinos “se tratan temas como la construcción
de la identidad, el género diverso, cómo dialogamos para producir tolerancia.
Empiezan haciendo preguntas como una tarea, y después terminan replanteándose
qué quieren cuestionar, cosas que antes aceptaban sin preguntar”.



También hay que analizar el contexto. “Algunos pueden llegar
a preguntar por qué estudiar, si después no va a haber un lugar donde trabajar.
Es importante que los alumnos puedan ver esa crisis, y qué pueden hacer ellos
para cambiar su panorama”, completa Visaguirre.



Mientras se discute qué lugar ocupará en las parrillas
curriculares de las nuevas orientaciones de la escuela secundaria, estos
docentes reflexionan acerca del tipo de educación que la DGE pretende ofrecer a
los adolescentes. Gabrielle comenta que tras una experiencia de talleres
realizados en las escuelas primarias de Maipú, una vez que los estudiantes
accedieron al siguiente nivel, se encontraron con docentes que se quejaban de
que eran “demasiado preguntones”. Por tanto, “lo que molesta, es que se quiere
sostener que las escuelas son solo un lugar para respuestas y los alumnos ya no
hacen preguntas para poder aprobar”, señala Ripamonti.