Mañana llega al país «Misión Imposible: Protocolo Fantasma»
Con la experiencia ganada en las anteriores películas de la franquicia y mayor dosis de humor, no es de extrañar que esta cuarta entrega supere en taquilla a sus precedentes.
En vez de recostarse en la tecnología, Cruise puso el énfasis en un guión que encontró en Brad Bird al director ideal, a pesar de que hasta aquí se había dedicado a los largometrajes de animación como "Ratatouille" y "Los increíbles".
Rusia y la desaparición virtual del Kremlin, o los Emiratos Arabes, tan desperdiciado en la segunda parte de "Sex and the City", en su mágica dimensión de primer mundo y tormenta de arena, son ejemplos claros de turismo fílmico, tan bien usado en otros términos por Woody Allen en "Medianoche en París", que suma escenarios mundiales a la aventura, a la manera de los filmes de James Bond.
En el libreto se juega con dos elementos conocidos, pero bien aggiornados: la supuesta renovación de la guerra fría entre Rusia y Estados Unidos, y la figura del científico loco (Michael Niqvist) que busca la paz en la eliminación de casi todo el planeta.
Además, y a diferencia de las anteriores “misiones”, se trata de enlazar coherentemente la tercera película, profundizando en el personaje de Hunt y dejando en claro que, si hay una quinta, se seguirá por ese camino y con los mismos actores.
Esta también es una de las claves de "Misión imposible: Protocolo fantasma", el reparto: con Paula Patton, Simon Pegg y Jeremy Renner, Cruise parece haber encontrado la clave del equipo ideal, al que seguramente sumará a Ving Rhames, al que sólo se ve por pocos minutos.
Un poco más humano, Hunt halló el equilibrio de Cruise, brindándole una oportunidad más al ingenio que la serie alguna vez desplegó en la pantalla chica.
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