El Cosquín Rock, ese festival que parece un tenedor libre de música

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Diario Vox estuvo en el festival de rock más grande y federal del país, que se hace en Córdoba. Tres días en el que pasaron cientos de bandas y miles de personas.

El Cosquín Rock es una película de la que te quedan imágenes. Son momentos. Sensaciones que en esa marea de estímulos, por alguna razón misteriosa, se graban en la memoria.

Hay tanto para ver y escuchar y disfrutar que es imposible ver y escuchar y disfrutar de todo. Entonces, a las miles de personas que van hasta Santa María de Punilla no les queda otra que elegir. Y así construyen ese álbum de fotos e instantes que se guardan en el cajón de los momentos hermosos.

Es como un tenedor libre de rock. Pase y sírvase a gusto.

De entrada, en el primer día, la opción de pegarse una panzada metalera fue tentadora. Y ahí estuvo Ricardo Iorio, líder de Almafuerte, para dar un recital corto y contundente. "¡Iorio es lo más grande del heavy nacional!", gritó el público. Y el cantante respondió: "Nosotros no hacemos heavy metal, sino metal pesado, que es lo que expresa los problemas y sentires de nuestra nación". Después se despachó con versiones de "Debes saberlo", "Triunfo" y "A vos amigo" para locura de las miles de personas que empezaban a calentar las gargantas.

Mientras eso pasaba en el escenario principal, en el alternativo Carajo empezaba a dar un show demoledor. Y después, ya en la estrellada noche de las sierras, subía Malón. El cierre, con una versión feroz de "Tú eres su seguridad", de Hermética, hizo emocionar, sobre todo a los metaleros ochentosos.

Al otro lado del predio, Kapanga daba quizás el mejor show de los tres días. Los festivales le quedan pintados a la banda de Quilmes. El Mono se ganó a la gente: hizo bailar, poguear, reír, cantar, gritar. Una maravilla. Siguió La Beriso, con una gran convocatoria, y luego Ciro y los Persas. El ex líder de Los Piojos hizo el show que acostumbra para cerrar una gran primera jornada.

El segundo día fue lluvia y más lluvia. El toque de Don Osvaldo -la banda que más gente convocó- terminó bajo el agua. Después fue el turno de Eruca Sativa. La voz de Lula Bertoldi hizo vibrar el predio. La versión de "Amor ausente" estremeció y desató otra vez la tormenta. Y bajo la lluvia hubo una fiesta para bailar y poguear con Guasones. El agua no cedió y hubo que esperar para que saliera La Vela Puerca y después cerrara una jornada de agua y viento Las Pastillas del Abuelo.

Habrá que creer, nomás, ese chiste -que ya va tomando forma de mito- que dice que desde que murió el Bocha Sokol (ex cantante de Las Pelotas), en todos los Cosquín llueve aunque sea un rato.

El lunes paró el agua y hubo sol. Mucho barro y mucho rock para ponerle fin a la edición número 16 del festival más federal del país.

Massacre la rompió mientras atardecía, con el carisma de Walas, uno de los mejores frontman del rock nacional. Y mientras salía a escena La Bersuit, en una carpa Hernán Casciari y Zambayonny hacían reír con cuentos y canciones desopilantes. Después seguían en la carpa los uruguayos de Agarrate Catalina. En el principal era el momento de Babasónicos. En el escenario alternativo pasaban Cielo Razzo, El Bordo y Los Gardelitos para que el rock viejita tuviera su gran cierre. Y en el principal, Las Pelotas mostraban canciones nuevas y después hacían emocionar con viejos clásicos como "Bombachitas rosas", "La mirada del amo" y "Día feliz" y "Sin hilo", junto a Fernando Ruiz Díaz, de Catupecu Machu. El cierre de esta edición quedó en poder de No Te Va Gustar.

Y así, en tres días largos e intensos, cerca de cien mil personas -jóvenes, adultos, familias, niños, parejas- se dieron una panzada de rock. Vieron y vivieron momentos que les quedarán guardados en la memoria. Así es el Cosquín.