Escalofriante: así fue la confesión del asesino de Concepción Arregui

Las partes destacadas de la declaración que hizo Roberto Audano a la Justicia, contando los detalles de cómo planificó, ejecutó y se deshizo del cuerpo de la mujer chilena.


El mendocino Roberto Audano fue condenado ayer a prisión perpetua por el femicidio de la chilena Concepción Arregui.


La mujer había desaparecido el 5 de febrero de este año. Familiares y amigos la buscaron hasta que el hombre confesó el crimen, el 7 de marzo.


“Yo la llevé en mi camioneta, le pedí que me acompañara a ver un terrero. Me dirijo por el camino que va hacia la destilería de Lujan con ella. Cruzando el dique Cipolletti se encuentra un lugar que es utilizado como camping para que las personas puedan acampar pero tiene entrada libre, entonces conociendo el lugar por haber ido a pescar en otras ocasiones, busco adentro de esa propiedad un lugar aislado para cometer el hecho”, contó el hombre ante la Justicia.


“Inmediatamente dentro de mi vehículo cometo el hecho. Le pido a ella que se asome a ver si venía alguien para que no me viera lo que yo iba a hacer, entonces ella gira hacia su derecha para mirar si había alguien cerca, ella intenta bajarse y cuando me doy cuenta de que me había bajado diciéndole que necesitaba ir al baño para que ella se distrajera y mirara hacia afuera, cuando me doy cuenta de que ella está de espaldas hacia mí pero todavía sentada en la camioneta, sacando el cuerpo de la camioneta como para bajarse, no alcanza a sacar la pierna. En ese momento ejecuto los disparos adentro del mismo vehículo. Recuesto el asiento para recostarla a ella y como no le quería ver a la cara la tapo con una bolsa de dormir”, agregó.


El responsable de la muerte de Arregui contó además que tapó el cuerpo con una lona y a la misma le hizo agujeritos para poder pasar una soga. Después le pasó una cadena por el cuerpo e hizo una especie de cinturón que cerró con un candado.


Audano trasladó a la víctima en la camioneta y hasta pasó uno de los controles policiales que estaba camino a Potrerillos.


Llegó hasta un lugar donde había una buena profundidad en el lago tras sumergirse en el agua comenzó a nadar con el cuerpo de su mujer y unos flotadores. Al llegar a unos 40 metros aproximadamente de la costa. “Entonces corté la soga que unía el flotador con el cuerpo de mi esposa que se fue inmediatamente al fondo. Yo calculo que el contrapeso pesaría treinta kilos con cemento y dos o tres piedras”, contó en su relato Audano.


Tras cometer el crimen, el hombre se subió a su rodado y fue a su casa en Las Cortaderas. “Guardo la camioneta, me saco la ropa y me ducho y me tomo la medicación, un poco más de lo que debería tomar para ver si podía lograr dormir y hasta ahí terminaría mi relato”, concluyó.