En la provincia hay 31.530 personas analfabetas

En Mendoza hay 31.

530 personas que no saben leer ni escribir, es decir que son analfabetos. Esa cifra representa el 2,2% de la población actual.
Aunque la provincia no puede erradicar el analfabetismo, sí hubo una mejora, pues en el Censo Nacional 2001 la cifra ascendía a 44.000 personas carentes de toda instrucción educativa, es decir un 3,6% de la población. El panorama coincide con la tendencia nacional, pero Mendoza está por encima del promedio. En todo el país el 1,9% de la población es analfabeta.
Desde el Gobierno aseguran que la mejora se debe al aumento de la inversión en educación, a partir de la ley de Financiamiento Educativo, que llevó a la inversión en educación al 6,4% del PBI.
En la comparación entre provincias, Chaco es la que más alto índice de analfabetismo tiene, con el 5,5% de la población en esa situación. Le siguen Corrientes, con el 4,27%; Misiones (4,1%), Formosa (4,08%) y Santiago del Estero (3,99%).
Las provincias con mejor situación educativa, teniendo en cuenta ese indicador, son la Ciudad de Buenos Aires (0,5%), Tierra del Fuego (0,7%) y la Provincia de Buenos Aires, donde se concentra el 39% de la población del país (1,4%).
En esas estadísticas se toma en cuenta a la población mayor de 10 años que nunca recibió ningún tipo de instrucción educativa.
Una de las líneas que apunta a erradicar el analfabetismo es la educación de jóvenes y adultos y particularmente los programas de alfabetización.
En los últimos cuatro años la matrícula de los Centros de Educación Básica de Adultos CEBA (alfabetización y primaria de adultos) aumentó un 42,8%, que se suma al Plan Nacional de Alfabetización “Encuentro”, y el Plan Nacional de Finalización de Estudios Primarios y Secundarios “FINES”. También se comenzó a ejecutar el programa de  Educación en Contextos de Encierro, donde se concentra una población adulta con escolaridad básica incompleta. Allí, en los últimos cuatro años, la cobertura correspondiente se elevó de menos del 10% al 31% actual.
Igualmente ahora el desafío planteado es apuntar a mejorar la situación de los llamados “analfabetos funcionales”. Se trata de las personas que saben leer y escribir, pero que no tienen las competencias básicas requeridas para ingresar, por ejemplo, al mundo del trabajo.