El hijo de Milagro Sala y el caso de abuso que a nadie le importa

A diferencia de Thelma Fardin, que tuvo el acompañamiento de Actrices Argentinas y otros colectivos similares, Celia Velázquez intenta hacerse escuchar sin suerte.


Celia Ivana Velázquez no parece
importarle a nadie. De hecho, ahora mismo aquellos que están leyendo esta nota
no saben de quién se trata.





Exmiembro
de la agrupación Tupac Amaru, la mujer busca desesperadamente que alguien la
escuche y, esencialmente, que la ayude.





Su caso es terrible: fue golpeada
duramente, hasta el desmayo incluso, y fue desalojada de su propia casa por
negarse a ser la esclava sexual del hijo de Milagro Sala, Sergio “Reptil”
Chorolque.





El contexto no es menor: su caso se denunció la misma
semana que el colectivo Actrices Argentinas hizo pública una denuncia contra
Juan Darthes, acusado de haber violado a la actriz Thelma Fardin.





Velázquez no ha logrado tener la
misma “estrella”. Abandonada a su suerte, es persistentemente agredida por
matones de la Tupac Amaru desde el año 2011, momento en el que decidió dejar de
ser parte de esa agrupación, a la que pertenecía desde 2003.





“Durante el tiempo que trabajé para Milagro Sala recibí
acoso y maltratos, no sólo de ella sino también de Shakira (mano derecha de la
líder de la Tupac) y el hijo de Sala”, dijo la mujer en el marco de una
denuncia que realizó en el año 2016 ante el Juzgado de Control N° 1. Para
evitar suspicacias, lo hizo con el aval de 27 testigos.





“Milagro iba a la cooperativa donde
trabajábamos y nos pegaba con un garrote mientras nos decía que en las marchas,
a las que estábamos obligados a ir, teníamos que saltar, gritar e insultar”,
puntualizó en su momento en diálogo con diario La Nación, justo antes de
conocerse los señalamientos contra el hijo de la titular de la Tupac.





Debido a los golpes recibidos, en el año 2011 Velázquez
debió ser atendida y tratada por un coágulo en la cabeza que bien pudo haber
terminado con su vida. “Por los maltratos, decidí dejar la Tupac Amaru y allí
comenzó mi calvario”, insiste en explicar la mujer. No fue la única vez que la
agredieron: en 2016, en pleno centro de Jujuy volvieron a agredirla.





Hoy en día, Velázquez persiste en su intento de ser
escuchada. Pero no tiene suerte. Pareciera que el interés por las víctimas es
selectivo.