El futbolista que le gritó un gol en la cara a Hitler

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Marzo de 1938; La Alemania nazi había anexado a Austria; Hitler empezaba a jugar al TEG con el mundo y se venía la peor de las guerras.

El Führer entendía muy bien el poder del deporte. Ya lo había usado para hacer propaganda de su régimen con los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936. Sabía que su Alemania debía tener un gran desempeño en el Mundial de Francia 1938. Para eso, obligaría a los jugadores de la selección austríaca a jugar para los germanos.

La selección de Austria era potencia en el fútbol en la década del 30. Ese equipo se conocía como Wunderteam (equipo maravilloso), y tenía como figura a un tipo alto, flaquísimo, que se llamaba Matthias Sindelar.

Hitler soñaba con que Sindelar fuese la gran figura de Alemania en el Mundial del 38. Sindelar juró que jamás jugaría para Alemania.

En Austria, Sindelar era ídolo. Lo apodaban el Bailarín de Papel (pesaba 63kg y medía 1,83m) por lo frágil que parecía y por sus movimientos en la cancha. Sin embargo, a la hora de jugar se cansaba de hacer goles. "600 goles en 700 partidos", dicen algunos biógrafos del jugador.

También lo llamaban el Mozart del Fútbol, dejando en claro la importancia que tenía el futbolista en el país.

En el Mundial de Italia 34, Austria fue el equipo que mejor jugó. Pero en las semifinales se topó contra la Italia de Benito Mussolini. Y ese Mundial se hizo para Italia. Austria perdió 1 a 0 y el gol italiano fue en clara posición adelantada.

En los Juegos Olímpicos de 1936, en Berlín, Austria se quedó con la medalla de plata al caer ante Italia 2 a 1.

Todos en Austria esperaban el Mundial del 38 para apuntar, de una vez por todas, al título del mundo. Pero Hitler y su Tercer Reich rompieron la ilusión de todo un país, como de tantos otros.

Alemania copó a Austria en marzo del 38. En abril organizó un amistoso entre Alemania y Austria, para "celebrar" el último partido de Austria como país independiente. Después, los jugadores austríacos pasarían a formar parte de la selección germana, flamante potencia mundial.

 

"Yo me visto de blanco y rojo, los colores de mi patria", dijo Sindelar.

La orden era clara: Austria no podía vencer a Alemania. En Youtube se pueden ver pocas imágenes de ese encuentro, en un documental del canal History Chanel. Los austríacos eran muy superiores, Sindelar tuvo varias chances de gol pero las desperdiciaba. Hasta que no aguantó más y marcó uno de los dos goles para el triunfo austríaco por 2 a 0, ante 60 mil personas.

Para festejar su tanto, fue al palco donde estaba Hitler. Muchos pensaron que Sindelar haría el saludo nazi, pero el Bailarín de Papel gritó el gol e hizo una danza extraña.

Después, Sindelar adujo lesiones y diferentes excusas para no jugar en el seccionado nazi. Lo tildaron como opositor al régimen, le impidieron trabajar y cruzar las fronteras. Fue perseguido y ofrecieron recompensas a quien lo delatara.

Alemania jugó el Mundial de Francia sin Sindelar y tuvo la peor actuación de su historia al terminar en la décima posición entre 15 equipos.

Sindelar nunca más volvió a jugar al fútbol. Vivió entre las sombras, resistiendo al régimen nazi. El 23 de enero de 1939, a sus 35 años (igual que Mozart), fue encontrado muerto junto a su esposa italiana Maria Castagnola, por inhalación de monóxido de carbono. Las primeras versiones señalaron que había sido un suicidio, pero, en las calles, se decía que habían sido los alemanes. Nunca se supo qué pasó.

El club en el que jugaba Sindelar, el FK Austria Viena, recibió más de quince mil telegramas de pésame y el correo estuvo saturado durante una semana. Cerca de 40 mil austríacos fueron al funeral de Sindelar, sin importar las consecuencias que podían sufrir de mano de los alemanes.

La calle donde vivía (Laarerbeg) pasó a llamarse Sinderlarstrasse (calle Sindelar). Su tumba tiene un lugar privilegiado en el Cementerio Central de Viena. Y en el año 2000, la Federación de Historia y Estadísticas del Fútbol lo distinguió como el jugador austríaco más importante de la historia.