Oldrá, el corazón de Godoy Cruz

En TW: @gonza_ruiz

El jueves pasado ocurrió algo que no es frecuente en el fútbol. Godoy Cruz jugaba con Sarmiento de Junín en el Malvinas Argentinas. Jaime Ayoví marcó de cabeza y, en el festejo, fue hasta el banco de suplentes para abrazar al técnico Daniel Oldrá. Todos sus compañeros lo siguieron. Le dedicaron el gol al Gato, quien estaba emocionado, con lágrimas.

El partido era chato, frío como la tarde. El murmullo y la tensión se sentían en las tribunas. Godoy Cruz no viene bien -es más, viene bastante mal- y la paciencia no sobra. Y es ahí, en los momentos más jodidos, cuando Oldrá pone la cara y el pecho por el Expreso. Siempre ha sido así. Lo saben los hinchas, los jugadores, los dirigentes, los rivales. Por eso, Ayoví fue a darle un abrazo en el gol. Después, al término del partido, los jugadores coincidieron en que Oldrá está haciendo un buen muy trabajo, que querían mostrarle de manera pública su apoyo. El primer tiempo había sido muy malo. En el entretiempo, el Gato pegó unos gritos y les tocó el corazón y el orgullo a los jugadores, que salieron con otra actitud y ganaron un partido después de seis juegos sin alegrías.

No hace falta decir que Oldrá es un prócer de Godoy Cruz, pero sí hay que recordar por qué Oldrá es tan grande para el Tomba. En un repaso muy breve podemos decir que el Gato fue importante en el recordado ascenso al Nacional B en la temporada 93/94. Con el Rafa Iglesias formó, acaso, una de las mejores duplas centrales de equipos mendocinos en muchísimo tiempo. Se retiró en el 2002. Ovacionado. Fue ayudante de campo de Juan Manuel Llop, cuando el Tomba llegó a Primera en la temporada 2005/06. Después del descenso se fueron casi todos, menos él. Fue el técnico que volvió a subir al Expreso en la 2007/08. Se dedicó a coordinar las inferiores y buscar jugadores. Su ojo clínico fue clave para traer "desconocidos", que rindieron en el club y después fueron vendidos por millones. Cada vez que el club tuvo un momento de conflicto o incertidumbre por algún alejamiento de entrenadores, él estuvo ahí para hacerse cargo del primero equipo. Fue así hasta el año pasado, cuando una vez más volvió a ser la rueda de auxilio después del alejamiento de Carlo Mayor. El presidente José Mansur le insistió para que siga y el Gato aceptó.

Sigamos recordando otros aspectos. Oldrá ama a Godoy Cruz. Es su club en el mundo. En estos años, después del retiro, ha recibido y rechazado muchas ofertas de otros clubes, ofertas muy jugosas. Nunca se fue. Es un tipo que entiende muy bien qué lugar debe ocupar el fútbol en la vida. No dramatiza. Y enseña, hace escuela, forma y ayuda a pibes cuando están empezando en el híper competitivo mundo del fútbol y sacrifican muchos momentos de la adolescencia con tal de llegar a primera.

Todo club necesita un hombre como Daniel Oldrá. Un tipo que conoce cada detalle del club como casi nadie. Pasan jugadores, técnicos y dirigentes, y él sigue. Es un referente, un tipo que es escuchado y es ejemplo a seguir. Lidera con el ejemplo. Con respecto, humildad, educación, mucho conocimiento y una pila de laburo. Siempre con perfil bajo, siempre sencillo, siempre las palabras justas. Genera un sentimiento de pertenencia que, en tiempos en los que los pibes usan la camiseta del Barcelona, vale muchísimo para los clubes locales.

El hincha de Godoy Cruz anda cansado porque, un año más, ve cómo desarman el equipo, venden caro y compran barato. Las chances de pelear por algo importante se van con el viento. Saben que el club está ordenado, que los balances dan positivo, pero el hincha es hincha y quiere tener alguna ambición deportiva. Pero no se confuden, y por eso bancan al Gato, porque saben que hace lo que puede con lo que tiene, y saben que siempre estará cuando las papas quemen. Además, es una ley en el Tomba: Oldrá es sagrado. Y si es sagrado es porque se lo ha ganado con total justicia.