El ejemplo del fútbol alemán
La final la jugaron dos equipos alemanes: Bayern Munich y Borussia Dortmund. Ganó el Bayern, pero eso es un detalle. Lo que dejó en claro esta edición de la Champions es el crecimiento y dominio alemán.
Veamos algunas razones.
En la última década, el fútbol alemán cambio de piel. Dejó los tiempos de equipos duros, aburridos, con centrales gigantes que tiraban pelotazos al nueve aún más gigante para que cabeceara todo o se la bajara a sus compañeros. Esa dureza tan típica de los equipos alemanes cambió. Y cambió para mejor, muchísimo mejor.
Como todo cambio profundo, esto no fue de un día para el otro. Tardó una década. Y es interesante analizarlo para ver cómo en tan poco tiempo, el fútbol alemán evolucionó tanto. Y como nuestro fútbol involucionó tantísimo más. Aunque tengamos a Messi, quien siempre termina tapando el bosque.
Jürgen Klinsmann asumió como técnico de la selección alemana, que venía de capa caída, en el 2004. El ex goleador se propuso algo ambicioso: cambiar la identidad del fútbol teutón. Le costó, lo criticaron y mucho no confiaron en él. Pero de a poco, Klinsmann, empezó a trabajar en ese nuevo chip que tienen los jugadores ahora.
El juego alemán mutó. Dejó de ser tan europeo y pasó a ser más sudamericano, pero con el orden que siempre caracterizó a los germanos. Se buscó jugar más asociado, con la pelota al piso. Gambetear dejó de ser un pecado. Klinsmann pidió que los equipos de la Bundesliga empezaran a imitar ese estilo. Había que sembrar esa semilla en las bases.
Esa idea de Jürgen empezó a tomar forma con una generación de jugadores multirraciales. Ya no eran todos alemanes enormes, rubios, caras de malos. No. Aparecieron los hijos de los inmigrantes alemanes. Özil, Khedira, Gündogan, Gotze y Müller, entre tantos otros, fueron cambiando el estilo de juego.
La idea de Klinsmann la profundizó Löw en la selección. Y, a la par, la Liga alemana también empezó a pulir ciertos detalles.
Los clubes fueron obligados de tener academias para formar futbolistas. Se hizo más democrática la repartición de dinero por los derechos televisivos. Se realizan auditorías externas para ver el estado financiero de los clubes. Ninguna persona puede tener más del 49 por ciento de un club, así quedan afuera los magnates todopoderosos que han copado la Liga inglesa y la francesa. Así, de a poco, la Liga alemana dejó de tener deudas y pasó a tener estadios casi llenos en la mayoría de partidos.
Otro aspecto increíble: antes del comienzo de un torneo, ya se sabe los días y los horarios de todos los partidos. Casi igual que acá.
Todos estos aspectos hicieron que tanto la selección alemana como la Liga alemana fueran cambiando durante esta década. Y hoy tenemos a dos equipos teutones definiendo el torneo más importante del mundo. Y a una selección alemana, que aunque no ha ganado títulos, está siempre entre los cuatro mejores equipos de cualquier torneo que juegue.
No es difícil: es tener una idea, trazar una línea hacía un objetivo y darle para adelante. Es trabajar en conjunto, esforzarse por un mejor futuro, mejorar el fútbol que tenemos, tanto el nivel de juego como los estadios o el trato para con el hincha.
No es difícil, claro, en Alemania. Acá, es imposible. Por lo menos, mientras el fútbol argentino sea regenteado por Don Julio.
