Bangladesh explotó al ritmo de la Scaloneta: así festejaron la victoria de Argentina

Al igual que con el triunfo contra México, en el país del sudeste asiático se vivió una fiesta

No solo en Argentina se vivió fuerte la tensión por el partido ante Polonia, porque una vez más, nadie durmió en Bangladesh para mirar a la Scaloneta.

Así se vivió el festejo de la Selección Argentina en las calles de Mendoza

Una vez más esta sucursal de hinchas de argentina explotó de emoción con la victoria que la albiceleste consiguió ante Polonia. En el pequeño país del sudasiático eran más de las dos de la mañana del jueves cuando Alexis Mac Allister marcó el primer gol para el equipo de Lionel Scaloni y se desató la alegría.

Los videos y las fotos de la pasión de miles de bangladeshíes quedaron registradas en los canales de televisión, que transmitían en vivo desde diferentes lugares.

Las imágenes son similares a las que se vivieron el sábado, cuando la Scaloneta le ganó a México y, a 17 mil kilómetros de Buenos Aires, miles de seguidores salieron a la calle a festejar la victoria por 2 a 0 contra los aztecas.

De diego a messi, El amor por la Selección Argentina

Bangladesh es un país asiático apenas más chico que Uruguay, pero cinco veces más poblado que la Argentina, donde se sigue cada partido de la albiceleste con una devoción que no tiene nada que envidiarle a cualquier barrio argentino. Incluso si se juega de madrugada.

Gracias a otro hombre que los argentinos conocemos mucho, jugando otro partido que los argentinos nos sabemos de memoria. Fue hace 36 años, en otra Copa del Mundo.

El tenso cruce entre Messi y Lewandowski que ya tiene un picante pasado

El 22 de junio de 1986, en México, Diego Armando Maradona le hacía dos goles imposibles a Inglaterra, inspirado en su talento, la picardía criolla, y un país entero que todavía sentía muy cerca el doloso recuerdo de la Guerra de Malvinas. Maradona tenía entonces solo 25 años, pero Bangladesh era aún menor de edad: recién en 1971 había conseguido su independencia, tras estar bajo dominio del Imperio Británico primero y de Pakistán después.

Para una nación joven y muy pobre, ávida de nuevos héroes, la magia de Diego ocurrió en plena noche -era la una de la mañana en Bangladesh cuando pitaba el inicio del partido en el Estadio Azteca- fue una revelación. Un desquite, una revancha posible: un hombre llegado, como ellos, del fin del mundo, había humillado a los que fueron amos y señores de Bangladesh durante casi un siglo, en el deporte que los mismos británicos habían inventado.

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