Cornejo y su reforma judicial

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Lo hizo cuando preparó la estrategia, y lo hace ahora: Alfredo Cornejo trata de adelantarse un paso en la estrategia política en cada tema que aborda. Por eso, aunque no lo difunda tiene, pide y analiza datos, encuestas, estadísticas que se generan en el propio Estado. Y en la maraña de problemas de los que tiene que hacerse cargo ahora como máximo responsable, hay uno que tiene prioridad obligada: la seguridad.

En el Gobierno tienen estadísticas diarias sobre lo que pasa en la calle. Allí, aseguran, hay algunos indicadores ven como positivos, pero incluso ellos no se atreven a atribuirlos aún a la gestión: “hay azar también”, aseguran.


Como primeras medidas, Cornejo inició fuertes cambios dentro de la policía que generaron ruido y repercusiones internas. Ahora, por ejemplo, los jefes policiales tienen poder de sanción sobre sus subordinados, retomando algo de la vieja estructura. Antes, el Gobernador cambió más de 30 jefes policiales y él mismo lanzó sospechas de corrupción sobre algunos de ellos. “Tienen un patrimonio que no se corresponde con el sueldo de un empleado público”, aseguró.


Pero Cornejo planea una reforma que está más allá de su alcance. Apunta a la vereda de enfrente del Centro Cívico, al Poder Judicial. Las diferencias entre el Gobernador y la Suprema Corte quedó al descubierto desde el inicio de la relación. El primer fallo importante emitido en la “era Cornejo” fue un pedido de restricción a las prisiones preventivas y el Gobierno reaccionó fuerte contra la Corte. El tema sirvió para que la nueva gestión marcara una fuerte diferencia con la “concepción de la política criminal” que tiene la Corte; en particular con Omar Palermo, el especialista en derecho penal del máximo tribunal. Luego el mismo Cornejo evitó cualquier eufemismo para cuestionar a la Corte en la apertura del año judicial.


Pero las reformas que busca el Gobernador están un escalón por debajo de la Corte, aunque por propia vocación nunca va a renunciar a poner un pie en ese lugar. El objetivo está puesto en el trabajo de los fiscales y allí, paradójicamente, apunta al trabajo de su principal aliado en Tribunales: el procurador Rodolfo González. Cornejo valora el trabajo del Procurador y lo suma como parte de su alianza en Tribunales. Así se vio cuando juntos recurrieron el fallo de la Corte y en varias otras oportunidades. “Es un hombre honrado”, dice Cornejo, quien sí está en contra de las “formas” de González. El Procurador tiene a su cargo el trabajo de los fiscales, es decir de los funcionarios judiciales que más cerca están de la calle. Y la idea de Cornejo es que el procurador trabaje “palmo a palmo” con el Jefe de la Policía.


Pero la reforma “cornejista” va más allá: quieren que los fiscales dejen de tener una división territorial y, en cambio, se especialicen en áreas del delito. Hoy los fiscales tienen un territorio asignado: Capital, Las Heras, Luján – Maipú, y así en todo el Gran Mendoza. La idea de Gobierno es que dejen de tener competencia territorial y se especialicen. Así, crearían fiscalías de  homicidios, robos de autos, delitos informáticos, delitos sexuales y otras especialidades. La división territorial se mantendría para recibir las denuncias, que estarían a cargo de los ayudantes de fiscal. Eso implica buscara recursos humanos especializados y, entienden, no es inmediato. Sin embargo Cornejo cree que puede ejecutarlo en su período de gobierno.


El análisis que hacen es que hoy los mismos fiscales abordan desde un homicidio, hasta un caso de corrupción. Todo con el mismo personal y sin distinguir en el perfil profesional de cada uno. En esa “bolsa” también están los tres fiscales especiales, que tienen un protagonismo particular: son los que tienen a su cargo las investigaciones más duras y que muchas veces también involucran al poder.


Es probable que Cornejo diagrame una idea en su discurso del próximo domingo. Pero para ejecutarla tiene que modificar varias normas, con la Ley Orgánica del Ministerio Público y el Código Procesal.