Con el cuidado de la contención

Dice Wikipedia que la flatulencia (vulgarmente llamada pedo, peo o cuete) es la mezcla de gases intestinales que es expulsada por el ano, con un sonido y olor característicos. Provienen de tres fuentes: gases producidos a partir de los alimentos por colonias de bacterias intestinales y levaduras simbióticas que viven en el tracto gastrointestinal de […]


Dice Wikipedia que la flatulencia (vulgarmente llamada pedo, peo o cuete) es la mezcla de gases intestinales que es expulsada por el ano, con un sonido y olor característicos. Provienen de tres fuentes: gases producidos a partir de los alimentos por colonias de bacterias intestinales y levaduras simbióticas que viven en el tracto gastrointestinal de los mamíferos; dióxido de carbono (CO2), que se produce por la neutralización del ácido gástrico; y aire tragado (sic). Los gases originados por la fermentación bacteriana (principalmente hidrógeno y metano) suponen aproximadamente las tres cuartas partes del total de la flatulencia. La cuestión científica está “en el aire”.


Debe ser por eso que una empresa inglesa (Shreddies) ha creado una colección de ropa tecnológica que incluye jeans, piyamas y ropa interior, con una tela especial para absorber y purificar las flatulencias, sean del origen que sean. Entre las características destacadas, las prendas reactivan la capacidad de filtrar el mal olor con cada lavado y tienen una vida útil de entre 2 y 3 años. Remarcan además que esta ropa bloquea el olor de cualquier flatulencia, alentando a través de sus redes sociales a que las personas no tengan que contenerse los gases.


El lema de esta idea (que no es nueva, ya tuvo su primera aparición mediática a mediados del 2013) es “lanza tus flatulencias con confianza”. Fue justamente hace cinco años cuando Jarrett Bellini, periodista de CNN, hizo lo que tenía que hacer: no era suficiente simplemente mencionar que estas cosas existen, también hay que probarlas. Entonces armó una agenda alimentaria que incluía café, banana, un poco de leche de almendras con sabor a chocolate amargo, pizza, tacos, carne asada. Eso durante casi tres días. “Hice lo que definitivamente había que hacer. Me tiré uno. Durante dos días y medio continué con esa línea agresiva de alimentación, consumiendo desde un pastel de carne hasta un frío y húmedo tazón espeso de chili de un puesto de comida rápida barata. Todo en nombre del periodismo. Y he aquí el resultado: estas cosas funcionan” remarcó Bellini (seguramente en inglés, acá traducido al neutro), en un artículo onda ensayo estudiantil, que fue publicado en noviembre de 2013.


Por estos días, según se explica la empresa Shreddies en su página web, “las prendas cuentan con un revestimiento de carbón activado en sus telas, que absorben todos los olores provenientes de los gases corporales, al atraparlos y neutralizarlos”. También consideran que se trata de “una gran manera para tratar problemas de flatulencia”, todo apoyado con testimonios de personas que afirman haber cambiado radicalmente su vida social y profesional gracias a esta ropa.


Si pensás que todo ya está inventado, acordate del diseñador industrial británico Paul O'Leary. Fue el que sacó un nombre de un término coloquial inglés utilizado para la ropa interior, que se originó con las fuerzas británicas: los soldados literalmente destrozaban (shred) su ropa interior de tanto marchar. Y hoy logró contener las “fermentaciones por la microflora del colon de sustancias no digeridas”. Filosofía barata y calzones filtrantes.


Martin Lubo


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