Cómo funcionaba la fábrica de «ñoquis” de Lobos

El juicio contra el ex intendente de Guaymallén y su esposa dejó ayer la sensación de impunidad, por el desorden de gestión que mostraron dos testigos.


Por Jorge Fernández Rojas


Luis Lobos pasó por el municipio de Guaymallén y dejó una marca profunda y difícil de olvidar. Ayer fue la tercera jornada donde se juzga a Lobos y a su esposa Claudia Sgró por fraude al Estado en maniobras de contrataciones de empleados “fantasmas”. Los imputados se habrían beneficiado con estos contratos.


Fueron dos testigos que participaron de la auditoría que se realizó a la administración municipal entre 2011 y 2015, o sea durante la gestión peronista.


En primer término estuvo frente al tribunal Claudia Videla, empleada administrativa que trabajó haciendo la auditoría de gestión. Esto dijo mostrando un panorama de desorden generalizado.


“Había un desorden administrativo, faltante de información en los legajos”.


“Los legajos controlados fueron elegidos al azar del período 2011 a 2015”.


“Estaban incompletos y desordenados; carentes de documentación como grupo sanguíneo, DNI, títulos”.


“(De los 821 legajos de personal auditados) Fueron 160 los enviados a la Oficina de Legales de la comuna”.


Pablo Raddi, director de Control de Gestión de la comuna, profundizó más en el caos administrativo pero generado de algún modo para sostener una red de empleados truchos, de los que se podía beneficiar quien disponía esa desorganización.


“La mayoría de los legajos inspeccionados estaban casi vacíos: no tenían copias del DNI, ni decretos de designación, tampoco detalles de las licencias ni de las ausencias ni los motivos de pago de ciertos ítem, entre otras irregularidades”.


“Muchos (de los contratados) renunciaron cuando los obligamos a marcar la entrada y salida”.


Raddi también señaló cómo fue el caso en particular de la empleada denunciante Laura Fara, quien estaba contratada por la municipalidad pero trabajaba como empleada doméstica de la suegra del entonces intendente. La “contratante” se llama María Elena Fernández y es la mamá de Sgró.


Fara le contó a Raddi en una reunión en la municipalidad que “María Elena Fernández le había conseguido una ayuda social y que la señora Fernández le entregaba la plata todos los meses”.


Raddi tuvo que definir el término “ñoqui” para contextualizar mejor su testimonio. Entonces el funcionario dijo que se trata de las personas que sólo aparecen para fin de mes (los 29) para cobrar un salario por el cual no hacen la contraprestación de servicio para la municipalidad. El caso de Fara y su hijo se encuadraba en esta descripción.


“Tengo conocimiento de que cobraban y no trabajaban. Por las palabras de Fara, no trabajó nunca y cobró sueldo. Y Müller cobró hasta que por inasistencias se dio de baja”, concluyó Raddi.