Salah la joya de Egipto que busca recuperarse para estar en el Mundial

El delantero del Liverpool continúa con ejercicios de rehabilitación de su hombro izquierdo, lesión que sufrió en la final de la Champions. Su selección está en el Grupo A.


Aún cuando la Selección de Egipto sea una de las más débiles de cuantas competirán en Rusia, los ojos del mundo se habrán de posar de un modo especial en su notable delantero Mohamed Salah, quien espera la bendición de Alá para recuperarse a tiempo de la lesión de hombro que sufrió en la final de la Champions.


Tal vez de forma exagerada, tal vez no, una buena parte de la cátedra sostiene que Salah es hoy uno de los mejores delanteros del planeta y de los pocos que en arrebatos de inspiración puede y sabe convertirse en todo lo que atañe al desenlace de un partido de fútbol.


Vaya, como botón de muestra, su excepcional temporada en la Premier League, con su marca récord de 32 goles en 38 partidos que se suman a los que marcó en la Premier League y en la selección de su país, incluidos los dos contra Congo que representaron el regreso de Egipto a un Mundial después de 28 años.


Salah, o para ser exactos Mohamed Salah Ghaly, nació el 15 de junio de 1992.


¿Dónde? Basyoun, Gharbia, Egipto, el pueblo al que retorna en cada Ramadán y el que jamás ha dejado de promover un espíritu solidario fervoroso, macerado, digno de una ponderación y una devoción que han llegado hasta límites insospechados.


En Nagrig, el pueblo donde se crió, se lo llama “El creador de la felicidad”: compró la primera ambulancia, costeó equipos médicos, fundó una organización benéfica, financió la construcción de un centro juvenil y de una escuela, destina un mínimo de 3.500 euros mensuales para la compra de suministros varios y donó el premio especial que le había otorgado el presidente de Egipto por haber hecho los dos goles contra Congo.


Y más todavía, mucho más: hasta brindó ayuda económica al ladrón que había entrado a la casa de sus padres cuando él se aprestaba a marcar el histórico gol de penal en el último minuto de descuento, el gol que llevó a la selección faraona, la que orienta el veterano entrenador argentino Héctor Cúper, al Mundial de Rusia.


Crack químicamente puro desde la cuna, Salah hizo las divisiones formativas en Al-Mokawloon Al-Arab y Arab-Contractors, deslumbró en todas las selecciones juveniles que tomaron parte de las competencias internacionales y descubierto por varios caza talentos de clubes europeos recaló en Basilea en 2012.


Ahí, en Suiza, en la tierra originaria de Roger Federer y con la camiseta de la que es aficionado el mejor tenista de todos los tiempos -Basilea-, Mohamed Salah despuntó sin brillar, después pasó por Chelsea, Fiorentina y Roma y en la capital italiana creció de forma sostenida, de tal suerte que su meteórica evolución alentó al Liverpool a desembolsar su máximo monto histórico: 42 millones de euros.


En Anfield, bajo la batuta del coach alemán Jürgen Klopp y en virtuosa sociedad con el brasileño Roberto Firmino y el senegalés Sadio Mané, alcanzó un nivel superlativo este extraordinario wing de desborde, diagonal, gambeta, picante y gol, incluso unos cuantos escalones arriba de cuando en 2012 había recibido el premio al Futbolista Africano Más Prometedor.