Las fiestas del fin de la veranada en el sur mendocino son una creativa opción de turismo rural

El fin de temporada, cuando se realizan las fiestas de veranadores, se han convertido en un atractivo para el turista que quiere vivir experiencias de campo.


Las veranadas de crianceros del sur de Mendoza, en particular el fin de temporada cuando se realizan las fiestas de veranadores, se convirtieron en un atractivo para el turista que quiere vivir experiencias de campo, mediante actividades en cuya coordinación participan entidades locales y nacionales.


Malargüe y San Rafael festejan cada año en el inicio del otoño el regreso de los productores caprinos que permanecen los tres meses de verano en las pasturas de la cordillera de los Andes, con la Fiesta del Veranador y la Fiesta del Puestero Sureño, respectivamente.


En los valles de las altas cumbres abundan el agua cristalina y pasturas frescas durante el estío, pero en abril los crianceros deben retornar con sus rebaños para la invernada, lo que es celebrado con festejos populares abiertos al turismo, en homenaje a esos hombres y mujeres y su sacrificada tarea.


“La Fiesta del Veranador surgió desde la unión de la escuela de la pequeña localidad de Bardas Blancas y las familias, ante la inquietud de tener un festejo que represente a la comunidad y que a la vez sea un homenaje a la sacrificada labor del criancero, que hoy se destaca entre las celebraciones gauchescas”, dijo a Télam la directora de Turismo de Malargüe, Débora Ferrero.


Ese municipio, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y la Cámara de Comercio local comenzaron a trabajar este año con seis puestos que se dedican a la actividad caprina en la localidad de Agua Botada, a unos 35 kilómetros al sur de la ciudad de Malargüe, sobre la Ruta Nacional 40.


La idea es generar una nueva opción para los visitantes y que los jóvenes propietarios de los terrenos tengan la oportunidad de desarrollar el turismo rural.


“La idea es que el turista pueda vivir la experiencia del campo en Malagüe, con sus características propias”, explicó Ferrero, y añadió que “algunos tendrían camping y otros hospedajes en los mismos puestos, con la posibilidad de hacer trekking o mountain bike y visitar los petroglifos, los restos fósiles o las pinturas rupestres que yacen en esa zona desde hace años”.


Desde el área de Turismo malargüino ya se realizó el relevamiento en zonas rurales al fin de concretar el desarrollo turístico rural en la zona de Agua Botada y Bardas Blancas, con proyectos de turismo aventura y gastronómico.


En este sentido, el intendente local, Jorge Vergara, se comprometió a brindar todo el apoyo técnico, junto a un programa del INTA que brinda financiamiento para agroturismo, desde donde surgirán los medios para el desarrollo.


En la zona de Bardas Blancas se relevaron el Sendero Paleontológico y la mina El Compadrito y se elaboró un archivo fotográfico y técnico para el desarrollo del turismo minero y de senderos.


Las dos fiestas con que Malargüe y San Rafael rinden homenaje a los crianceros al culminar la veranada, abrieron el fin de semana pasado una serie de otros festejos rurales.


Algunos fueron la Fiesta de la Papa, en La Junta, el 29 de abril; Fiesta Distrito Las Sierras, en El Manzano, en mayo; Del Reencuentro Regional de las Cantoras, en Ranquil Norte, en junio; Del Trabajo y la Fe, en El Cortaderal; Del Pionero Rural, en El Alambrado; Virgen del Valle, en Pata Mora, en agosto; San Vicente Pauls, en Carapacho, y Agua Escondida le canta a la primavera, en Agua Escondida, en setiembre.


El último fin de semana, Bardas Blancas celebró las Bodas de Plata de su fiesta mayor, en la que se impuso el nombre de “Polo Giralde” al escenario, en homenaje a un puestero que perdió la vida al caer de su caballo y quedar atrapado en la nieve.