El año en que tampoco nos salvamos del “poner al descubierto”

«La maldad está dentro de nosotros, viene desde adentro de la gente. Y a menos que podamos hacernos cargo de ese tema, tarde o temprano nos vamos a matar entre nosotros».

El pronóstico inoportuno para esta época del año, donde se supone que todo es color esperanza, es emitido por las cuerdas vocales (y no por sus obras en papel) de Stephen Edwin King el escritor estadounidense conocido por sus novelas de terror. El concepto no termina ahí: "Hace poco leí una nota que me quedó dando vueltas. Decía que hace 50 años que estamos escuchando las estrellas, buscando algún signo de vida, pero hasta ahora no ha habido nada más que silencio. Cuando te ponés a pensar lo que está pasando hoy en día en el mundo, con todos nuestros conflictos, y nuestras capacidades tecnológicas, que han excedido nuestra habilidad para mejorar las emociones, ¿cuál es la solución? Tal vez todas las razas inteligentes llegaron a un nivel de violencia y avances tecnológicos que no pueden superar. Y después desaparecen. Llegan al límite y se terminó todo".
Si alguna vez le pegaste una mirada a sus hojas, sabés que Stephen King escribe buena novela negra. Lo cual no debería sorprender a nadie, ya que eso, en realidad, es lo que lleva haciendo desde siempre. Convirtiendo los géneros en un único género denominado "king". Negro, verde, rojo, amarillo, naranja... El color da igual, dicen sus analistas. Lo que está claro es que King, haga lo que haga, funciona. El tema es qué pasa con lo que dice. En medio de una entrevista (donde hace estos pronósticos poco bonitos) el periodista de la revista Rolling Stone, Andy Greene, le pregunta si piensa que el destino de la humanidad es la aniquilación: "No puedo ver el futuro, pero es desolador. La depredación de los recursos, estamos viviendo en una economía que nadie quiere pagar"...
Si hay una palabra apocalíptica, esa que es la reina de las catástrofes es: "Apocalipsis". La misma está relacionada con lo que ocurrirá cuando llegue el fin del mundo, con el colapso total de la civilización. Pero lo que muy pocos saben es que el significado básico de esta “palabrita” es “poner al descubierto”. La idea es dejar en evidencia a cada una de las fallidas profecías que señalaban lo peor. Es como un “contradeseo”: lo que no fue tan así, pero fue presentado con extrema certeza.
El tráfico de la tecnología, que todo lo puede, desparramó durante el último mes un bufón mensaje por WhatsApp: "Señor, este año ha sido tremendamente difícil para mi. Te has llevado a mi actor favorito Robin Williams, a mi escritor favorito Gabriel Garcia Márquez, a mi cantante favorito Gustavo Cerati, y a mi humorista favorito Chespirito. Solo quería que tuvieras muy presente que mi presidente favorito es Cristina Fernandez y te quedan pocos días del año… No es por presionar!...".
Fuera del chiste, en la etapa de los contrapuntos, el año no fue diferente y tuvo sus hits "al descubierto". Hay un complot para voltear todo. Banqueros, exportadores y empresarios que presionan para aumentar sus ganancias, cuentan con ayuda externa. La Bolsa se derrumbó, la moneda cayó, el índice subió, las restricciones serán cada vez más agudas. Termina una semana negra. Las autoridades, cada vez más lejos de la realidad. Las subas reflejan la ruptura de la cadena de pagos. Hay preocupación por el cierre de las líneas de crédito. La falta de insumos amenaza con generar nuevos conflictos. Golpe al corazón del sistema financiero… La idea no es estirar al máximo el “hilo de la muzzarella”, pero tampoco transformar el pronóstico en un pedazo del pensamiento de Stephen King. No el de la novela, el de ficción, si no el que tiene que ver con su visión de la realidad.
El ejercicio que propone este texto es tan sencillo como ilustrativo. Es el balance de cierre de ciclo, este ciclo, identificado con el 2014. Todo sinceramiento es saludable y ayuda a tomar posición en la medida en que se evidencia la de cada protagonista. Y gracias a la absoluta libertad de las bocotas que impera en los tiempos que corren, todos los deseos pueden declararse y, por suerte, no por eso realizarse. Posiblemente sea eso lo que nos viene salvando de tanto afán apocalíptico.