Cuatro meses del crimen de Fernando: ¿Cómo es la vida de los rugbiers en la cárcel?

Desde marzo se encuentran en una cárcel de la ciudad de La Plata. El padre de uno de los detenidos cuenta cómo se encuentran en la actualidad.

Ayer 18 de mayo se cumplieron cuatro meses del crimen que paró al país y se llevó consigo todo un operativo mediático: la madrugada del sábado 18 de enero, Fernando Báez Sosa era brutalmente atacado por un grupo de diez rugbiers, frente a un boliche de la localidad bonaerense de Villa Gesell.

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El encuentro quedó filmado por cámaras de seguridad de la zona y algunos teléfonos celulares, por lo que fue cuestión de horas para encontrar a los autores de tal fechoría, ir a la casa donde se alojaban con motivo de vacaciones y detenerlos.

Los ocho rugbiers detenidos en Melchor Romero quedaron imputados por "homicidio doblemente calificado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas". Por otro lado, como "partícipes necesarios" de esos delitos están acusados, aunque en libertad, a dos de los diez detenidos.

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El padre de uno de los detenidos, habló este lunes y expresó su miedo a la falta de "debido proceso" debido a la exposición mediática que ha tenido el caso: "Mi hijo está pagando, privado de su libertad". Además el hombre afirmó que les gritan asesinos cada vez que salen al patio de la prisión donde están alojados desde el 13 de marzo.

Al mismo tiempo aseguró que es consciente "del dolor" que padecen los padres de la víctima y que intentó comunicarse con ellos "en varias oportunidades".

Javier Thomsen, padre de Máximo, contó que ni su hijo ni Ciro Pertossi (19), Blas Cinalli (18), Enzo Comelli (19), Ayrton Viollaz (20), Luciano Pertossi (18), Matías Benicelli (20) y Lucas Pertossi (20), tienen consigo teléfonos celulares como muchos de otros presos, en diálogo con Télam.

A pesar de eso, reveló que puede hablar con su hijo una hora por día ya que tienen acceso al teléfono de la alcaldía: "Los chicos no pueden acceder a algunos objetos por la presión mediática que hay contra ellos. Todos tienen celulares menos ellos, en una alcaldía donde todas las personas están procesadas sin condena y no tienen contacto visual con otros presos", afirmó Javier.

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"Fue una noche trágica, acompaño el dolor de los padres de Fernando, pero la vida de estos diez chicos y la de sus familias, también cambió para siempre", resaltó.

Además, agregó: "El mayor miedo que tengo es que no se haga justicia por la presión mediática, porque el morbo vende y los derechos se pierden por la presión mediática o la opinión pública".

Al recordar cómo era la vida de su hijo antes del crimen de Villa Gesell, Thomsen contó: "Él estaba estudiando educación física, estaba preparando una carrera bárbara en su equipo de rugby. Encima era la última semana de vacaciones porque ya tenía que empezar con todas las actividades que hacía".

El hombre dijo que desde que inició la cuarentena para la prevención del coronavirus no pudo ir a visitar a su hijo pero que habla por teléfono diariamente.

Para terminar, hizo referencia a los padres de la víctima y reconoció que intentó comunicarse con ellos en varias oportunidades: "Yo llamé varias veces a los padres de Fernando. Cada vez que sonaba el teléfono era un dolor enorme. La situación era llorar todo el tiempo. Nunca me atendieron y una vez dejé un mensaje".

Y concluyó: "Si alguna vez pudiera hablar lo haría sin que se entere nadie y sin que haya intermediarios. Me gustaría que sea algo íntimo, de persona a persona".


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