Argentina contra todos los problemas

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El camino de la Selección rumbo a Rusia viene complicado.

Ni un guionista delirante hubiera imaginado las últimas semanas de la selección argentina antes de su participación en el Mundial de Rusia.

La primera escena de esa seguidilla increíble es el baile que se comió el equipo ante España con un 6 a 1 que dejó en claro lo que es un proyecto serio, trabajado en el tiempo, y un descalabro total con un vamos viendo qué pasa y ojalá Messi nos salve.

Después vino la patada voladora del Papu Gómez a la espalda de Lucas Biglia, y la bronca de algunos jugadores, como el Kun Agüero, que dijo que si la patada se la pegaban a él iba al túnel a buscar al agresor. Con Biglia en duda, se sumó la lesión de Gabriel Mercado, que fue sacado en camilla de un partido del Sevilla.

Sampaoli dio la lista de 23 futbolistas que irían a Rusia y el padre del Patón Guzmán, el arquero que había quedado a fuera, le pegó al técnico en las redes sociales y hasta lo dibujó con tatuajes de Fox Sports, ESPN y TyC Sports.

A los pocos días, el arquero titular, Sergio Romero, se quedó afuera del Mundial porque se le trabó la rodilla y había que operarlo. Sampaoli llamó a Guzmán y Guzmán tiene que haber llamado a su padre para que borrara el posteo en contra del entrenador.

El cuerpo técnico notó que el plantel estaba cansado y les dio a los jugadores unos días libres. Cristian Ansaldi, uno de los tapados del plantel para la patria futbolera, decidió descansar junto a su esposa, y tuvo la idea de sacarse una foto con ella en un yacuzzi y subirla a las redes sociales. Al instante, los policías morales explotaron de indignación porque cómo puede ser que un futbolista sea capaz de ver a su pareja en un día libre. Ansaldi tuvo que salir a pedir disculpas. "Lo hice inocentemente", dijo como si hubiera hecho algo prohibido en este país insoportable.

Antes de llegar a Rusia, el seleccionado tenía que jugar un partido amistoso frente a Israel en Jerusalén. El pedido de los palestinos para que ese encuentro no se disputara en esa ciudad fue creciendo. En una práctica de Argentina en Barcelona, un grupo de no más de veinte personas, con camisetas albicelestes manchadas con pintura roja y banderas palestinas, pidieron que no se jugara el amistoso. El plantel se cansó y habló con el presidente de la AFA. Le dijeron que no iban a viajar a Israel. Chiqui Tapia, escándalo diplomático mediante, salió al otro día a decir que suspendían el partido como un "un aporte a la paz mundial". En el medio de eso, el plantel dejó pagando al Papa y no fue a visitarlo como se había anunciado.

Pasaron unos días más y parecía que la calma, al fin, llegaba al plantel. Pero Manuel Lanzini, un volante que se encaminaba a ser titular ante Islandia, pisó mal y se rompió el ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha. Muchos pensaron que ahora sí, menos mal, le podía llegar la chance a Ricardo Centurión, uno de los jugadores más pedidos por los hinchas. Pero Centurión había sido operado de apendicitis hacía unos días. Finalmente, Sampaoli, en un acto de justicia, llamó al mendocino Enzo Pérez, alguien que siempre rindió cuando se puso la celeste y blanca.

Después de todos esos problemas, la selección argentina pisó suelo ruso y, al parecer, por ahora, no ha pasado nada más.

Están los que dicen que ni Lionel Messi puede salvar todo este descalabro. Están también quienes tienen fe a pesar de todo. Y están, además, los que ven en estos días de locura una épica bilardista que asoma en el horizonte y que dice que Argentina podrá contra todos los problemas, como pasó en México 86, con un equipo en el que sólo confiaban los jugadores y Bilardo, que se hizo fuerte e invencible en la adversidad, que le cerró la boca a todos -sobre todo a los periodistas- y que terminó trayendo al país la Copa del Mundo.

Ojalá así sea.

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